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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Ante una de las chozas hállase, en pie, el romano Escipión en una postura perezosa. Sale de entre bastidores el ejército sabino, que avanza gravemente, dos pasos al frente, un paso atrás. Al advertir su presencia, el romano se anima un poco y los mira con curiosidad; pero la monotonía de su marcha le cansa; empieza a bostezar, se despereza y se sienta, flemático, en una piedra.
Cruzóse de brazos, movió de arriba abajo la gran cabezota y desapareció sigilosamente por entre los bastidores, metiéndose luego por debajo del escenario como un nihilista que se zambulle en el centro de la tierra para fraguar siniestros proyectos...
Miguel, que presenciaba el espectáculo desde los bastidores, se conmovió profundamente al ver el dolor de su tío. Así terminó la ópera casera. Al día siguiente tío Manolo, cuando fue a visitarle, estaba muy triste y avergonzado y no tuvo humor para sacarle a paseo. El brigadier no acababa de anunciar su salida: sin embargo, se sospechaba que no tardaría en llegar.
Pues sí, esta Georgina, de que le hablaba, es muy complaciente con mi hermano, quien le paga en la misma moneda: como ya, le he dicho, Georgina Bacot trabaja en las Folies-Lyriques, por cuya razón mi hermano anda mucho entre bastidores, y allí se encuentra a menudo con la madre de Georgina, que fue también actriz en sus tiempos... y mi hermano nos contaba el otro día a mamá y a mí que una de estas noches pasadas había encontrado en la escena, durante un entreacto, a la madre de Georgina... Estaba mirando por el agujero del telón cuando de pronto se volvió a aquél y le dijo con voz llorosa... «Hay cosas que halagan a una mujer... ¿creerá usted, señor, que hay esta noche en la sala cuatro de mis antiguos amantes... y todos senadores?»
En los tiempos de Felipe III empezaban á usarse ya los bastidores, en vez de las tres cortinas que antes cerraban la escena.
Parecía presentir el disgusto que se cernía sobre su cabeza. Venturita colocaba los bastidores en un rincón y los tapaba con un lienzo, arreglaba las sillas y arrastraba la cesta de la costura a un lado para que no estorbase. Avisa que traigan luz dijo doña Paula. ¿Para qué? respondió la niña sentándose en una silla baja a su lado. Ya está todo arreglado.
Y no hay que olvidar que en este momento la historia, esa justiciera implacable, está personificada en nosotros. Tocad la marcha. Los sabinos avanzan del modo indicado por Marcio: dos pasos al frente, un paso atrás. De esta suerte atraviesan lentamente la escena y desaparecen entre bastidores. La escena del primer cuadro. El aspecto es ya menos inculto.
Por último, caballeros, que Manila progresa lo atestiguan los libros de caja de Roensch y Madama Sprin. Sin querer hemos llegado á la caja, es decir hasta el dormitorio de la moda. Hemos presentado el teatro. Respetemos los bastidores....
Varias cestas de labores y algunos bastidores de bordados indicaban que allí tenía la señora condesa el taller de educación y trabajo de sus niñas. Una pequeña pero anchísima silla, de fondo hundido por el peso constante de corpulenta humanidad, denotaba el lugar de la presidencia.
Era como los niños nobles de otros siglos, que, agraciados en la cuna por el monarca con un título de coronel, aguardaban jugando al trompo la hora de ir a ponerse al frente de su regimiento. Había nacido diputado y lo sería; ahora esperaba entre bastidores. Su viaje a Italia, en la peregrinación papal, fue lo único que alteró la monotonía de su existencia.
Palabra del Dia
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