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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Fuera no se oía mas que el silbido de las balas, y golpes sordos en la pared; la cal se desconchaba, las tejas caían a tierra, y frente por frente, en dirección de las barricadas, a trescientos pasos, se veían los uniformes blancos, alineados, que se iluminaban con los fogonazos de sus propios disparos, en la noche obscura, y a la izquierda, al otro lado del barranco de las Minas, se divisaba a los hombres de la sierra que cogían de flanco al enemigo.
La revolución va á estallar en Francia al mismo tiempo que la guerra. El pueblo de París levantará barricadas en las calles: se reproducirá la anarquía de la Commune. Túnez, Argel y otras posesiones van á sublevarse contra la metrópoli. Argensola creyó del caso sonreir con una incredulidad agresiva.
Un criado vino diciendo, ya bien entrada la mañana, que D. León se estaba batiendo en las barricadas y que mandaba una fuerza considerable, cuya nueva cayó como una bomba en el colegio, produciendo gran perturbación y sobresalto, ya que no sorpresa, entre los alumnos.
Después de la batalla del Marne los habían enviado á cortar el paso del enemigo por el lado de Flandes. No pasaban de seis mil, y ayudados por una división belga sostenían el empuje de todo un ejército. Su resistencia había durado semanas: un combate de barricadas en las calles, de peleas á lo largo de un canal, con el encarnizamiento de los antiguos abordajes.
Este cuadro representa al venerable monseñor Affre, al caritativo y valeroso arzobispo de Paris, herido gravemente por una bala en las barricadas del célebre arrabal de San Antonio, en Junio de 1848, y la bala que se ha extraido de la sangrienta y mortal herida.
Pateta era madrileño, legítimo descendiente de aquellos liberales que cuando niños rodeaban en apretada turba las charangas militares para oír el Himno de Riego, y que de hombres alzaban barricadas contra la tropa, fraternizando con ella después de batirse unos y otros como fieras.
La probeza no es deshonra». No lo es, cierto, pero sí; pero tampoco es honra, ¿estamos? Conozco pobres muy honrados; pero también los hay que son buenos pájaros. Yo soy todo lo decente... ¿estamos? ¡Ah!, sí... Todos nos llamamos personas decentes; pero facilillo es probarlo. Vamos a ver. ¿Cómo se ha pasado usted la vida? Vendiendo burros y caballos, después conspirando y armando barricadas...
Y para mí, al nombre de Pereda van unidos inseparablemente, no Pedro Sánchez, en las barricadas ni en la oficina de un gobierno político, sino don Silvestre Seturas, en su perpetua lucha con los curiales, heredada de tres generaciones; Cafetera, trincando la estopa y sosteniendo batalla campal con Pipa y los de su cuadrilla, a la sombra veneranda del castillo de San Felipe; Juan de la Llosa, examinando gravemente la estampa de la Leona y de la Gallarda; Tremontorio, tejiendo su red o consolando a las mujeres en la rampa grande del Muelle; don Recaredo, marcados pecho y espalda por la garra de los osos inmolados en sus cacerías.... El otro Pereda será una de las esperanzas, o mejor dicho, una de las realidades de la novela contemporánea española; tendrá algo de Balzac y algo de Dickens y algo de Topffer.... Yo lo reconozco, y le admiro más que nadie, y me alegro que haya demostrado esta vez que sabe hacer una novela en todo el rigor de la frase; en suma, que puede hacer cuanto hacen otros.
Lo primero que hizo el condenado fué dejarse crecer las barbas, despotricarse en los clubs, escribir tremendas catilinarias contra los de su oficio, y, por fin, operando verbo et gladio, se lanzó á las barricadas con un trabuco naranjero que tenía la boca lo mismo que una tompeta.
A la mañana siguiente, si no había barricadas, ella y Estupiñá se ocuparían de eso. Poco a poco fueron desfilando. Eran las doce. Aparisi y Casa-Muñoz se fueron al Bolsín a saber noticias, no sin que antes de partir dieran una nueva muestra de su rivalidad.
Palabra del Dia
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