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Actualizado: 21 de junio de 2025


Allí volvimos a preguntar por D. León: tampoco nos dieron noticia, pero un chulo compasivo nos dijo: «Venid conmigo, si queréis; ¿no decís que debe de estar en las barricadas de la calle de Toledo?

Al otro amaneció Madrid obstruido de barricadas, las casas atrancadas; patrullas de soldados y ciudadanos armados por las calles y ruido incesante de fusilería; muchos gritos subversivos, como dicen los bandos de las autoridades, y mucho jaleo, como dicen los que se paran a leerlos. Había estallado la gorda. ¡Quién pensaba en matemáticas, retórica y psicología en el colegio!

Esa vegetación exuberante que se reproduce entre las aguas y el limo con tanto vigor y prontitud; las grandes crecientes periódicamente infalibles del rio, y la movilidad de sus arenas, favorecen la aplicacion del sistema de canalizacion del Danubio, perfectamente semejante al Magdalena, donde todo el trabajo se reduce á establecer faginas ó barricadas vegetales, que las aguas, los depósitos sucesivos de limo y la accion incesante del tiempo convierten en verdaderas murallas de canalizacion.

El propósito de las desempedradoras no era ciertamente hacer barricadas, sino otra cosa más sencilla: o bien echar abajo la puerta a puros cantazos, o bien elevar delante un montón de piedras por el cual se pudiese practicar el escalamiento.

Pues señor... vivía en aquella casa un tío de la tal, hermano de la huevera, buen tipo, el mayor perdido y el animal más grande que en mi vida he visto; un hombre que lo ha sido todo, presidiario y revolucionario de barricadas, torero de invierno y tratante en ganado. ¡Ah! ¡José Izquierdo!... te reirías si le vieras y le oyeras hablar.

Fue, en no qué tiempo, de la Milicia Nacional, hizo barricadas, hablaba mucho, y para él todos los que gobernaban eran ladrones. Cuando yo era niña jugaba con el morrión de mi abuelo... ¡Qué cosas!... Oiga usted... El que llamo mi padre fue más listo que el que llamo mi abuelo. ¡Oh!, , era caballero y tenía talento. En el partido le temían.

Los fuertes se armaban con nuevos cañones; desaparecían bajo los picos de la demolición oficial las casuchas elevadas en la zona de tiro durante los años de paz; los árboles de las avenidas exteriores caían cortados para ensanchar el horizonte; barricadas de sacos de tierra y de troncos obstruían las puertas de las antiguas murallas.

Hablaba de la sociedad en la época de Luis Felipe; de los grandes estrenos del romanticismo, a los que había asistido; de las barricadas que había visto levantar desde su cuarto, callándose que al mismo tiempo abarcaba el talle de una «griseta» asomada junto a él. Su nieto había nacido en buen tiempo: el mejor de todos.

«Porque mirosté, maestro, lo que les atufa es el aquel de haber estado mi endivido en Cartagena... Y yo digo que a mucha honra, ¡re-hostia! Allí estábamos los verídicos liberales. Y a cuenta que yo, tocayo, toda mi vida no he hecho más que derramar mi sangre por la judía libertad. El 54, ¿qué hice?, batirme en las barricadas como una presona decente.

Se atusó el áspero bigote, tosió con fuerza, se acordó de las asonadas del cuarenta y del cincuenta, de las formaciones en que lucía el gallardo cuerpo, hasta de las barricadas, y recobrando el pasado ardimiento, cogió a la hechicera avispa las manos, que ella tuvo buen cuidado en no retirar. Oye le dijo , gachoncita, pimpollo, ¿me tendrías miedo?

Palabra del Dia

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