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Actualizado: 5 de julio de 2025
Limpia entré en poder del que el cielo me dio por mío, limpia he de salir dél; y, cuando mucho, saldré bañada en mi casta sangre, y en la impura del más falso amigo que vio la amistad en el mundo.
Los dos amigos fijaron su nueva morada en la casa de una piadosa viuda, de buena posición social, la cual asignó al Sr. Dimmesdale una habitación que daba á la calle, bañada por el sol, pero con espesas cortinas en la ventana que suavizaban la luz cuando así se deseaba.
Luego, caminando con paso lento por las alturas del Ródano en el Delfinado, afrontaba con menos trabajo la región de los fuertes vientos, Valence y Aviñon. Francia tiene la admirable ventaja de verse bañada por los dos mares. En cada uno de estos dos mares hay una escala graduada de estaciones, más ó menos blandas, más ó menos fortificantes.
»Tomé la pluma y con la frente bañada en angustioso sudor me dispuse a obedecerla. »Me dictó un plan de vida, distribuyendo el tiempo que íbamos a pasar juntos. »Su padre quiere celebrar mañana una consulta con algunos compañeros, pues a pesar de ser médico tan eminente no tiene ya confianza en sí mismo.
Fué no más vago sueño mentiroso; hoy me digo: «¡la amé!» A través de los siglos que han pasado, inmóvil en tu asiento; bañada por el mar desenfrenado que ruje turbulento ó seca por el viento que azota tu semblante descarnado, miras llegar tranquila la ola hirviente que rugiendo avanza, se recoge al llegar, duda, vacila y contra tí con ímpetu se lanza.
María comenzó a observar con gozo íntimo, del cual se acusaba a su confesor bañada en lágrimas, que infundía admiración y respeto a la gente; que cuando salía a la calle la saludaban algunos con frases de elogio y cuando estaba en la iglesia la miraban todos los fieles con particular insistencia.
¡Ay! ¡qué engañosas son con frecuencia esas escenas de aparente dicha! ¡Cuántas veces al penetrar en la intimidad de un salón de familia, cuántas veces al pasar delante de la verja de alguna riente quinta, bañada por el sol, rebosando de flores, alegrada por la argentina risa de los niños, hemos dicho: ¡he aquí la dicha!... ¡Y cuántas veces nos hemos engañado!
Aquella joven elegante y fina, bañada de luz en ese momento, no podía estar destinada a ser su mujer. No obstante, sentía que jamás podría arrancarla de su pensamiento.
Mas desgraciadamente para Perico, los baños de mar, que al pronto aliviaron a su hermana, concluyeron, cuando abusó de ellos y quiso nadar y meterse en dibujos, por abrir brecha en su débil organismo, y comenzó a cansarse otra vez, a despertar bañada en sudor, a sentir desgano, al par que comía vorazmente raros manjares. Lo que más la asustó fue ver que se le caía el pelo a madejas.
El maíz listado sacudía su brial de seda verde y blanca a rayas, con melodioso susurro, y allá en las lindes de la pradera bañada por el sol, unos arbolillos tiernos inclinaban su joven copa. De tal suerte mullían las hojas secas el piso de las calles, que se enterraba Lucía hasta el tobillo, con placer.
Palabra del Dia
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