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Actualizado: 14 de julio de 2025


Pero yo no sabía que el sitio donde tenía que ir era tan angosto, que si no, ¡ay, Dios mío! ... mire usted señor, somos unos pobres; pero si al mi Andrés le atendieran algo por el camino.... No es esto decir que yo desconfíe de usted, ¡ave María Purísima!

Adoraba con devota piedad su Rosario y una medalla de indulgencia para aquella hora, que le : llegando a la Iglesia, se volvió de suyo a uno y otro lado de las Señoras, entre quienes pasaba, pidiéndoles por amor de Dios una AVE MARIA: y en fin entre heróicos actos de las más necesarias virtudes, continuó su camino hasta quedar muerta en el palo, si así lo puede decir la piedad, como un Angel.

Acercóse á la puerta, que como de costumbre en el campo estaba abierta, y manifestó su presencia con el saludo tradicional, exclamando en alta voz: ¡Ave María Purísima! Sin pecado concebida respondió desde arriba Felicia bajando acto continuo. Al encontrarse enfrente de la dama fué grande su sorpresa. ¿Me conoce usted? preguntó D.ª Beatriz con lacónica severidad.

Cecilia aun no se ha popularizado entre los ciervos y jabalíes de Bosoboso, S. E. con la banda de música y su cortejo de frailes, militares y empleados no pudo pillar ni un solo raton, ni una sola ave.

Aunque se le hubiese presentado no hubiera tenido miedo. La devoción de la Virgen entró con más fuerza que la de San Agustín y la de Chateaubriand en el corazón de aquella niña que se estaba convirtiendo en mujer. El Ave María y la Salve adquirieron para ella nuevo sentido. Rezaba sin cesar. Pero no bastaba aquello, quería más, quería inventar ella misma oraciones.

El Padre Montero me miró con extrañeza y que sus trémulos labios iban a formular una pregunta; pero en ese momento el ave movió las alas, que brillaron a la luz del ocaso, como si cayera una cascada de gemas dentro de una hoguera, y tendió el vuelo en dirección nuestra.

Si el mundo se compusiera de gente como yo resultaría imposible la vida. También tengo mis ratos en que quisiera transfigurarme, ser ave de corral como toda la gente que me rodea.

Por la mañana, despertáronla los gritos y desaforadas blasfemias de una mujer que moraba al otro lado del tabique de su cuarto, el graznido de un ave domesticada, el ruido de la calle, el bullicio de la próxima Sala primera, y el tan tan de la campana de Montserrat, iglesia del convento que hoy es prisión del bello sexo.

Mas en los grupos se nota cierto movimiento, cierta espectacion, é Isagani se interrumpe y palidece. Un coche se ha detenido junto á la puerta: la pareja de caballos blancos es bien conocida. Es el coche de la Paulita Gomez y ella ha saltado ya en tierra, ligera como un ave, sin dar tiempo á que los pícaros le vieran el pié.

Posábase aquí y allá, a modo de un ave inverosímil y familiar. Se hablaba de él con regocijo, pero sin espanto. El nombre de Teresa de Jesús, la religiosa andante, la garduña de almas, la pícara sublime, reaparecía con frecuencia en los diálogos.

Palabra del Dia

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