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Actualizado: 14 de julio de 2025
Has dicho una gran verdad, Susana; pero contéstame. ¿Un capón será bastante? No es un capón, señorita, es un pavo; mire usted. Y Susana, con un sensible ímpetu de orgullo, abrió el asador y me hizo admirar el ave que bien cebada por sus cuidados y los de Petrilla, pesaba por lo menos doce libras.
2 y vuestro temor y vuestro pavor será sobre todo animal de la tierra, y sobre toda ave de los cielos, en todo lo que se moverá en la tierra, y en todos los peces del mar; en vuestra mano son entregados. 6 El que derramare sangre de hombre en el hombre, su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre.
No había a la vista ni una sola barca pescadora. Solamente muy lejos y ya casi cortado por la línea del horizonte un buque con todas las velas desplegadas esperaba la vuelta de la brisa de tierra y se preparaba a aprovecharla, semejante a un ave de alto vuelo abriendo las blancas alas. Magdalena dormía recostada. Sus manos inertes y entreabiertas se habían desprendido de las del Conde.
¡Toma, y se admira, canástoles! ¡Yo lo creo! Pues mal creído... ¿Cuántos años tiene usted, entonces, o, mejor dicho, cuántos cree tener? Ni tampoco cincuenta y ocho... Lo menos sesenta y dos... ¡Ave María Purísima!... ¡No le hagas caso, Nieves! De todas maneras, igual le dé, porque ya no ha de echarse usted a pretender jovenzuelas; pero ésta es una cuenta que se saca en el aire y por los dedos.
Ahora valgo más que antes, soy mejor, me encuentro en un plano superior. Es el dolor el que nos hace semejantes a la madre de Dios, ese modelo de todas las madres. ¡Ave María, mater dolorosa! »No tema usted, mi pobre duquesa; Germana vivirá. Dios no me hubiera dado este profundo amor por ella, si hubiese resuelto arrancarla de este mundo.
Tranquilo, puesto el ánimo en Dios y la esperanza en el deseo de saber, tendió la vista en torno suyo; pero como ave obligada a volar demasiado alto, sus ojos se deslumbraron, sintió el vértigo que da la altura, y le faltó aire para sus pulmones oprimidos.
Supo además el anciano que doña Lupe no vivía ya en Chamberí, sino en la calle del Ave María, y que todo el tiempo que le dejaba libre a Maxi la farmacia, lo empleaba en darse buenos atracones de lectura filosófica. Le había dado por ahí. Luego hablaron de otras cosas.
Nada he visto ni oído, señor Cornelio contestó el piloto. Ha pasado ante mi vista una cosa negra, que no he podido distinguir bien. Tal vez un ave. No, Horn; era muy grande, y no tenía forma de ave. ¿Qué queréis que sea entonces? No lo sé. ¿Sería un proyectil disparado por los papúes? Sólo usan flechas y lanzas, señor Cornelio. Lo sé; pero... ¡Mira!
El virrey Brazo de plata, en cuyo escudo de armas se leía este mote: Ave María gratia plena, sucedió en el gobierno del Perú al ilustre don Melchor de Navarra y Rocafull. «Con igual prestigio que su antecesor, aunque con menos dotes administrativas dice Lorente , de costumbres puras, religioso, conciliador y moderado, el conde de la Monclova edificaba al pueblo con su ejemplo, y los necesitados le hallaron siempre pronto a dar de limosna sus sueldos y las rentas de su casa».
Mientras pasaba la procesión, la niña estuvo inquieta, moviéndose y balanceándose como un ave á punto de emprender el vuelo; pero cuando todo hubo terminado, miró á Ester en el rostro, y le dijo: Madre, ¿es ese el mismo ministro que me besó junto al arroyo?
Palabra del Dia
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