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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Al verme, mi aspecto juvenil le causó tan evidente desagrado, que no pudo reprimir un sordo gruñido, por via de contestación á mi saludo. Era un nombre de regular estatura, de mirada fria y austera, bien avanzado en edad y con la barba enteramente rapada.
Aquí hallo ese horizonte vago, indefinible, oscuro, patético, solemne, augusto, que está en armonía con el pensamiento de Dios, con aquella creacion austera, imponente y sublime, con aquellas tinieblas majestuosas de que rodea el poeta al excelso trono.
¡Juntas! ¡Estaban juntas! ¡Se hablaban, se sonreían, parecían entenderse!... Se le antojaban un símbolo, el símbolo del pacto absurdo entre el deber y el pecado, entre la virtud austera y la pasión seductora... ¡Qué barbaridades pienso esta noche! se decía Bonis ; y se puso a figurarse que aquellas mujeres que hablaban como cotorras, y parecían de acuerdo, y se sonreían, y se entusiasmaban con su diálogo, se estaban diciendo, ¡qué atrocidad!, cosas por el estilo: «Sí, señora, sí decía Emma en la hipótesis absurda de su marido ; puede usted quererle todo lo que guste; comprendo que usted se haya enamorado de él, y él de usted.
Había abandonado á Gillespie al cerrar la noche para correr á la capital en busca de Gurdilo. Pronto averiguó su domicilio. El famoso senador hacía alarde de una vida austera, procurando que todos conociesen la pobre casa que habitaba. Flimnap fué recibido por él cuando estaba terminando, con una ostentación virtuosa, su cena frugal, en presencia de varios admiradores, todos femeninos.
Las galas al uso, la continua genuflexión, el ambiente de los estrados y todo el artificioso juego de sentimientos alambicados o fingidos, todo aquel estoraque, todo aquel histriónico afeite de la vida cortesana, agravado por los exquisitos refinamientos «que», según don Íñigo, «la prudente malicia de los extranjeros brindaba a los españoles para afeminalles el valor», habían concluido por cubrir con mentirosa envoltura la austera fibra castellana de don Alonso.
¿Cómo se había apoderado ese sentimiento profundo y verdadero de aquel estragado que había ido a Saint-Pair con las intenciones menos puras? Raúl era un ser de impulsión más que de razonamiento, esclavo de su imaginación y de sus nervios, tan incapaz de obedecer a fríos cálculos como a la regla austera del deber.
La maldita vanidad me hizo ser un infame. ¡Había tantas mujeres guapas cuando yo era mozo, á quienes cuesta tan poco otro tropiezo, una caída más ó menos! ¿Por qué, pues, no siendo arrastrado por una pasión vehemente, que ni siquiera tengo esta excusa, ir á turbar la paz del alma de aquella austera señora? Tiene razón sobrada. Soy digno de que me aborrezca ó me desprecie.
Afuera el aire resplandecía y el cielo azul brillaba como un límpido esmalte sobre la austera y rocosa campiña. Por momentos el Rey levantaba la cabeza para meditar, y la luz que entraba por los vidrios desteñía del todo sus pupilas quietas y aceradas de serpiente.
Las naciones modernas han olvidado estas verdades, al resucitar entre ellas la elocuencia popular que tanto dañó á las antiguas repúblicas; en las asambleas deliberantes donde se ventilan los altos negocios del estado, donde se falla sobre los grandes intereses de la sociedad, no debiera resonar otra voz que la de una razon clara, sesuda, austera.
Después, la rubia generala cantó con gracia, la «Femme a barbe»: y cuando el general marchó con su escolta cosaca hacia el Yamen del príncipe Tong, a informarse de la residencia de la familia Ti-Chin-Fú, yo, repleto y bien dispuesto, salí con Sa-Tó a ver Pekín. La vivienda de Camilloff quedaba en la ciudad tártara, en los barrios militares y nobles. Reina allí una tranquilidad austera.
Palabra del Dia
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