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Actualizado: 13 de julio de 2025


Una vez que se haya marchado, representare mi papel valerosamente... No puedo salir del paso sino con audacia... Pero ante todo es preciso cobrar fuerzas. Se acostó y se durmió hasta el día. Á la misma hora en que Sorege abría los ojos, después de haber dormido como si tuviera la conciencia tranquila, Jacobo estaba en el yate encerrado en la cámara con Marenval y Tragomer.

En sus ojos negros brillaba una especie de altivez dolorosa y una especie de audacia amenazadora, como si lanzara un reto a sus enemigos invisibles; sus facciones contraídas se distendieron de pronto, sin embargo, y su expresión se tornó tranquila y paciente, al dirigirse a pasos lentos al cuarto de Elena; una suave serenidad iluminaba su rostro, y le dijo a la joven que se arrojó desesperada a su cuello con los ojos llenos de lágrimas: Vamos, Elena, mi querida hija; no llores así.

No saludó de palabra; no pronunció una sola: no hallaba, sin duda, fórmula de saludo que no disonase en aquella ocasión; pero con el gesto, con el ademán, con la expresión de toda su fisonomía, mostraba que era un caballero respetuoso, que pedía humildemente perdón de la astucia y de la audacia que se había visto obligado á emplear para llegar hasta allí.

Arrojó de su ánimo todo escrúpulo de prudencia, sintió el deseo de escandalizar á su devota prima, de exponer sus ideas sin consideración alguna, cerrándose para siempre las puertas de aquella casa. ¡Le querían echar, pero él se iría antes!... Y habló con una calma, con una suavidad en la voz, que contrastaba con la audacia de su pensamiento.

Una casualidad inconcebible: yo creí llevar más seguro el brazalete en el brazo, y una audacia de ese joven... ¡Una audacia!... Más bien una galantería. No es lo mismo, pero me agrada tu declaración; ya le disculpas, y eso significa mucho: eso significa, Clara, si yo no me equivoco... Que le hago justicia. No, que le amas. ¡Que le amo! ¡En una hora!...

Habéis emprendido la tarea de hacerla amar por ella y para ella. Ahí hay audacia, algunos la llaman habilidad porque habéis triunfado; pero ¿quién hubiese sido bastante hábil para prever, en los tiempos que corren, el éxito de semejante tentativa? Nadie... ni aun vos mismo.

La joven no pudo reprimir un vivo estremecimiento y manifestó al instante su disgusto con semblante oscuro y enojado como pocas veces se le había visto. Después de su golpe de audacia, el majo quedó confuso sin saber qué hacer ni decir. Al cabo, con alegre rostro, exclamó: ¡Quien fué á Sevilla perdió su silla! Soledad no respondió ni movió siquiera un pliegue de su fisonomía.

Quedó Jacobo solo en medio de la antecámara un poco cortado; mas al sentirse blanco de una atención, que harto comprendió él no serle benévola, crecióse su orgullo y despertó su natural audacia, y lanzó en torno una mirada que quiso hacer altiva y fue sólo insolente, quiso hacer serena y fue solo provocativa.

La Alhambra fue empezada á construir en el siglo XIII, cuando acababan de humillar la frente bajo los estandartes cristianos las ciudades de Córdoba y Sevilla, cuando á no ser por la audacia y el talento de un jóven guerrero, descendiente de una de las antiguas dinastías , hubieran pasado los ejércitos de S. Fernando sobre el reino de Granada como las aguas del Mar Rojo sobre las tropas de Egipto; fue construida en una mala época, en una época en que todo estaba ya dividido, relajado, oscurecido por las tinieblas de la filosofía, medio destruido por el orgullo de las sectas y los hábitos de desorden que engendra la guerra civil y hasta las mismas luchas nacionales.

En concreto, nada le había dicho Tónica; pero a pesar de esto, el joven, con instintiva confianza, creía en su felicidad, y aquella noche fue la primera de satisfacción y calma, después de las rabietas e inquietudes que le había producido la timidez de su carácter apocado. Ahora... ¡oh! ahora era todo un hombre, y así lo reconocía satisfecho y un tantico orgulloso de su audacia.

Palabra del Dia

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