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Actualizado: 4 de mayo de 2025


Nos atrevemos á calificar con este nombre el arte árabe del primer período porque su ornamentacion nos parece de casta todavía mas pura que la vulgarmente llamada bizantina. Hay en Córdoba capiteles del tiempo de Abde-r-rahman III y de Al-hakem II, en que se ve mas que el mero reflejo la verdadera resurreccion del gusto helénico.

Nos atrevemos á suponer que tali, de sonido semejante á tolo, se aplicó á esta moneda, no por la circunstancia que supone mi citado maestro, sino porque su valor es el de tres wang, siendo el wang, según H. C. Milliers, una moneda indígena. APAT, cuatro. La primera letra de esta voz es lo único que queda de la partícula enunciativa sa, de modo que una forma más antigua en tagalog sería sa-pat.

Nosotros mismos no nos atrevemos a pedir que se supriman, porque hay en ellos algo de poético y de nacional, que nos agrada. Nos contentaríamos con ciertas reformas, si fueran posibles. Casi nos contentaríamos con que no muriesen caballos de tan desastrada y fea muerte. En cuanto a los bufos, que, según hemos dicho, tienen hoy más enemigos que los toros, ni reforma ni nada pedimos.

La tonada del romance es monótona y no nos atrevemos a asegurar que puesta en música, pudiese satisfacer a los dilettanti, ni a los filarmónicos. Así es que el romance, compuesto de muy pocas notas, es dificilísimo cantarlo bien y genuinamente.

Esta sensación la sentiremos, sobre todo, si para gozar como artistas de la emoción del espanto, que experimenta hasta el hombre más fuerte y bravo al entrar en una caverna, nos atrevemos á penetrar sin compañero y sin guía: sin la emulación que proporciona la compañía de los amigos, sin el amor propio que nos induce á adoptar una actitud audaz, sin el embriagamiento ficticio que producen las exclamaciones, el eco de las voces, la luz de las antorchas, sólo osamos marchar con el santo terror del griego al entrar en el infierno.

De noche, sobre todo, tomaba estruendosas perras, berreaba mucho y no dejaba que ni donna Olimpia, ni Teletusa, ni el corsario, pegasen los ojos. El corsario, durante tres noches, lo aguantó todo por galantería; pero en la noche cuarta, se puso tan nervioso y tan frenético que apenas nos atrevemos a decir lo que hizo, tanto es el horror que nos causa.

¡Víctima ilustre ciertamente! ¿Nos atrevemos a decir que la agresión inicua y casi sacrílega de que había sido objeto el señor comisario, provocó algunas sonrisas y aun risotadas entre aquella gentuza, y que hubo quien entre dientes dijo que había tenido el chico la mejor sombra del mundo?... Digámoslo, , para eterno baldón de la clase chulesca.

La mayoría de estos personajes, el cacique Brevas, su hijo, Berrinches, y el alcalde Larán-larán es moralmente fea y ruin; pero la afición pesimista prevalece hoy en las obras de ingenio, y no nos atrevemos a censurar lo negro del cuadro, aunque le hubiéramos preferido menos negro. Todas sus figuras, sin embargo, no están tiznadas por los vicios y pecados.

Margarita que ya es toda de Fausto, quiere que Fausto sea de Dios, y manifiesta su pesar de verle poco religioso. Fausto la aquieta más con cariño que con razones, y por último concierta con ella una cita. Aquí hay pormenores sobre cuyo valer no nos atrevemos a decidir.

Palabra del Dia

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