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Actualizado: 22 de julio de 2025
Esta democracia... dijo con un desdén exasperado, esta democracia es audaz en extremo... ¿Creerá usted, señora, que un teniente de infantería... sin apellido... casi sin fortuna... mil doscientos pesos de renta ¿qué es eso? se atreve a levantar los ojos hasta mi hija? Audaz es en efecto dijo la abuela en tono de broma. Un gusano de la tierra enamorado de una estrella...
¿Qué se atreve usted á decir? exclamó Núñez levantándose como una furia y apostrofando al primer orador. ¡Qué injuria dirige usted á mis amigos, á mi! Sí, señores gritó el otro: desconfiad de los aragoneses. Un aragonés agitó las turbas el día de la procesión del retrato. Algunos miraron á Lázaro que, mudo y helado, presenciaba aquella escena. Y no lo dudéis continuó el orador.
Permaneció inmoble un rato; rompiendo al fin el silencio, con voz mal segura, dixo: Generosa dama, perdonad á un extrangero desventurado, que á preguntar se atreve ¿por qué extraño acaso encuentro aquí el nombre de Zadig, por vuestra divina mano escrito?
Sin mí, la familia de La Tour de Embleuse no sería más que un montón de polvo en la fosa común. ¡Yo se lo he dado a usted todo, padre, madre, marido, hijo y la vida, y se atreve usted a decirme en mi cara que estoy en su casa! ¡Es preciso ser bien ingrata! Era difícil contestar a esta elocuencia salvaje.
En medio de su austeridad, el terrible elemento no puede menos de sonreirse al contemplar sus gracias naturales. Además, la vida tímida está llena de melancolía. Posee el pie para arrastrarse, mas, no se atreve. «¿Quién te lo impide? Tengo miedo... el cangrejo me acecha; si me entreabro, se cuela en mi morada.
Presenten sus títulos a la gloria y los respetaremos y pondremos sus obras sobre nuestra cabeza. ¿Y al paso que nadie se atreve a tocar a esos sagrados nombres que sólo por antiguos tienen méritos, son juzgados los jóvenes que empiezan con toda la severidad que aquéllos merecían?
Los barones están ya cansados de esperarle. EL CONDE. ¿Dónde está, pues, vuestro duque? ¿Acaso la turba de bandidos que, pisoteando el honor caballeresco, se atreve a blandir los aceros en nuestro castillo, pretende reemplazarle? En tal caso, me veré obligado a decirle al emperador: «Son demasiados prometidos para mi hija.» VALDEMAR. A vos, conde, os toca decir dónde está el duque.
Si así no fuese, ó deberíamos decir que son absolutamente imposibles los seres no sensibles, lo que no se atreve á sostener el mismo Kant, ó bien que dudamos si el principio de contradiccion es aplicable á ellos, dado caso que existan. ¿Quién no ve lo absurdo de esta duda, y que con solo admitirla por un momento, destruimos toda inteligencia?
Debiera usted morirse de vergüenza. Señora, yo no sé de qué habla usted dijo Clara, perdiendo por completo la serenidad. ¡Insolente! Y aún se atreve á disimular, después de tanta desvergüenza. ¿Cree usted que está tratando con personas como usted? ¡Miren la necia! tan necia como perversa. Ahora mismo va usted á salir de esta casa.
Aquella casona de sillares de granito, angostos y escasos huecos de románico diseño, gran portón de arco apuntado y escudos junto al alero, es un señorón feudal que se atreve a mirar a la Iglesia casi par a par y se mantiene apartado de ella.
Palabra del Dia
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