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Actualizado: 8 de junio de 2025


¿Pero qué solemnidad ni qué castañuelas? y usted dispense que me exprese así. El que jura, pone a Dios por testigo; pero usted no cree en Dios... luego usted no puede jurar. Perfectamente dijo Joaquinito Orgaz; de p y p y w y se puso en pie para hacer una pirueta flamenca. Creía Joaquín que en casa de un ateo de profesión, de un loco, en otros términos, la buena crianza estaba de más.

A mi ver, el fenómeno es tan curioso, que merece detención y estudio. Hannele es el título del drama de Hauptmann. Cabe interpretarle como una leyenda llena de fe religiosa ó como la expresión del pesimismo más ateo y desesperado. Parte del público entiende lo primero, pero otra parte se inclina á ver en el drama lo segundo. Hannele es una niña enfermiza y nerviosa que apenas tiene quince años.

Guimarán estaba triste sin cesar; aquel sol de Justicia que adoraba, tenía sus eclipses y el espectáculo de la maldad ambiente desanimaba al buen ateo hasta el punto de hacerle dudar del progreso definitivo de la Humanidad. «Laurent decía bien, estábamos nosotros mucho más adelantados que los bárbaros. ¡Pero había cada pillo todavía! ¿Y la amistad?

Al pobre Trifón le salían los versos montados unos sobre otros: igual defecto tenía en los dedos de los pies. El entierro del ateo fue una solemnidad como pocas. Acompañaron a la última morada el cadáver del finado las autoridades civiles y militares; una comisión del Cabildo presidida por el Deán, la Audiencia, la Universidad, y además cuantos se preciaban de buenos o malos católicos.

Además, se corrió por Vetusta que don Carlos se había hecho masón, republicano y por consiguiente ateo. Sus hermanas se vistieron de negro y en el gran salón, en el estrado, recibieron a toda la aristocracia de Vetusta, como si se tratara de visitas de duelo.

Sigue, sigue dándome esas pruebas de tu ateísmo, y los pobres te bendecirán... ¿Ateo ? ¡Ni aunque me lo jures lo he de creer!». Moreno se sonreía tristemente. Tal entusiasmo le entró a la santa, que le dio un beso... «Toma, perdido, masón, luterano y anabaptista; ahí tienes el pago de tu limosna».

Ninguno de los razonamientos a los cuales pudiera yo apelar como sacerdote tiene fuerza sobre su ánimo. Al contrario, dadas sus ideas, es posible que sirviesen para embravecerle más, o cuando menos de mofa... , interrumpió la dama con voz chillona, malévola, mi marido ha sido siempre un impío, un ateo escandaloso.

Entró en su casa.... Pidió tila, se acostó... y al verse rodeado de su mujer y de sus hijas que le echaban sobre el cuerpo cuantas mantas había en casa, el ateo empedernido sintió una dulce ternura nerviosa, un calorcillo confortante y se dijo: «Al fin, hay una religión, la del hogar». A la mañana siguiente despertó a toda la casa a campanillazos. «Se sentía mal.

Es, sin embargo, la única reparación posible, aunque incompleta, ignorando Clara el motivo que hay para la reparación. Convengo en que entrando Clara en un claustro el mal se remediaría mejor, menos incompletamente. Pero ¿cómo la hija de un ateo ha de tener vocación para esposa de Jesucristo?

Palabra del Dia

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