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Actualizado: 2 de junio de 2025


2 Como vosotros lo sabéis, lo yo; no soy menos que vosotros. 3 Mas yo hablaría con el Todopoderoso, y querría disputar con Dios. 4 Que ciertamente vosotros sois fraguadores de mentira; sois todos vosotros médicos nulos. 6 Oíd, pues, ahora mi disputa, y estad atentos a los argumentos de mis labios. 7 ¿Habéis de hablar iniquidad por Dios? ¿Habéis de hablar por él engaño?

Refiriéndose a esta masa popular dice el mismo Padre: "Atentos sus amos, salvas algunas honrosas excepciones, a sus propios intereses, descuidan por completo la instrucción de estos infelices en sus deberes religiosos....y sus hijos dedicados al pastoreo de los animales de labor, se crían en la más estúpida ignorancia."

Seguid, señor Ginés, seguid; vos, Mari Díaz, no interrumpáis dijo uno. Todos los cuellos estaban estirados, todas las cabezas extendidas hacia el noticiero, todos los oídos atentos, porque han de saber nuestros lectores, que en todos los tiempos los comediantes, como gente libre, se han tomado gran interés por los negocios públicos.

Ante todo, es bien que os informe de quién soy, cuál es mi patria y mi condición. Estadme atentos. Confieso que soy gallego, del riñón mismo de Galicia, pues que nací en un pueblecillo de la provincia de Orense, llamado Bollo. Mi padre, boticario de este pueblo, no tiene más hijo que yo, y ha labrado para una fortuna que, si en Madrid significa poco, en Bollo nos constituye casi en potentados.

-Eso haré yo de gana -respondió Dorotea-, si es que no os enfadan oír lástimas y desgracias. -No enfadará, señora mía -respondió don Quijote. A lo que respondió Dorotea: -Pues así es, esténme vuestras mercedes atentos.

En los allegros se sacudía con fuerza y animación, extraña en hombre al parecer tan apático; los ojos, antes sin vida y atentos nada más a la música, como si fueran parte integrante de la flauta o dependiesen de ella por oculto resorte, cobraban ánimo, y tomaban calor y brillo, y mostraban apuros indecibles, como los de un animal inteligente que pide socorro.

Pero mis oídos estaban más atentos a la plática del malagueño y la hermana, y observé con rabia que aquél la requebraba descaradamente con una volubilidad y una gracia que, lo confieso ingenuamente, estaba yo muy lejos de poseer.

23 Estad atentos, y oíd mi voz; estad atentos, y oíd mi dicho. 24 El que ara para sembrar, ¿arará todo el día? ¿romperá y quebrará los terrones de la tierra? 25 Después que hubiere igualado su superficie, ¿no derramará la neguilla, sembrará el comino, pondrá el trigo por su orden, y la cebada en su señal, y la avena en su término? 26 Porque su Dios le enseña para saber juzgar, y le instruye,

Roto el primer dique ¿quién contiene á esa juventud? ¡Con nuestra caida no haremos más que anunciar la de ustedes! Despues de nosotros el gobierno. ¡Puñales, eso no! gritó el P. Camorra; veremos antes ¡quien tiene más puños! Entonces habló el P. Fernandez que durante la discusion solo se había contentado con sonreir. Todos se pusieron atentos porque sabían que era una buena cabeza.

Todos estaban atentos á la voz de mando, esperando que llegara el instante para caer sobre la horda de racistas y exterminarla con el filo de sus machetes. El capitán Perdomo á cuyo lado estaba el valeroso oficial Ovidio Ortega, estaba frío, impasible, siguiendo con la vista todos los movimientos que el enemigo hacía.

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