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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Tirábanle cuatro perezosos bueyes, todos cubiertos de paramentos negros; en cada cuerno traían atada y encendida una grande hacha de cera, y encima del carro venía hecho un asiento alto, sobre el cual venía sentado un venerable viejo, con una barba más blanca que la mesma nieve, y tan luenga que le pasaba de la cintura; su vestidura era una ropa larga de negro bocací, que, por venir el carro lleno de infinitas luces, se podía bien divisar y discernir todo lo que en él venía.
Llevábamos un ancla pequeña de cuatro uñas, atada a una cuerda, y un achicador consistente en una pala de madera para sacar agua. Iríamos dos remando y uno en el timón, y nos reemplazaríamos para descansar.
¡No se descuide, don Baldomero, que cuando llueve se mojan todos! replicó la vieja disponiéndose a ordeñar, al sentarse en cuclillas al pie de una vaca negra que rumiaba tranquilamente, mientras movía, sin éxito, el tronco de su cola atada en la punta a sus propios garrones. Yo he tenido que desayunarme con leche dijo Lorenzo, cansado de esperar un mate dulce que me ofrecieron...
Si tú mueres, que sea por tu voluntad; pero al menos yo compartiré tu suerte. Ahora, nada, nada en el mundo protegerá mi vida; ¡vuelvo a ser mujer como tú eres hombre! exclamó Melia que arrojó el saquito al mar. ¡Excelente muchacha! dijo Kernok siguiéndola con la vista mientras que dos marineros la bajaban al sollado por medio de una silla atada a una larga cuerda.
Luego le pareció ver tricornios, muchos tricornios de brillante hule, bocas bigotudas y preguntonas, manos que escribían, y toda la cuadrilla, vestida con trajes de luces, atada codo con codo, camino de la cárcel. Aquí sí que había que negar enérgicamente. «¡Líquido!» ¡Too «líquido»! ¿Qué habla usté de Plumitas?
Excuso decirles que menudearon las sesiones confidenciales, y como resultado de ellas, que Clotilde sufrió todos los días la influencia fascinadora de esta chalina sobrenatural; a la postre se declaró vencida, entregándose a ella atada de pies y manos. La chalina se dignó alzarla del suelo y otorgarle la merced de su cariño. ¿Cómo la chalina? preguntó uno que dormitaba.
«Dicen seguía escribiendo el defensor que me saludó por última vez con una de sus manos antes de que la inmovilizasen las ligaduras... Yo no vi nada. ¡No podía ver!... ¡Era demasiado para mí!...» El resto de la ejecución lo conocía de oídas. Continuaron sonando trompetas y tambores. Freya, atada é intensamente pálida, sonrió como si estuviese ebria.
Asi América gime entre cordeles Al rudo potro colonial atada, Seguida por la jauría de lebreles; Y exánime, y sangrienta y lacerada Corre, cae, se levanta y de laureles, Resplandece su frente coronada. Herido por un dardo en la pelea Epaminondas cae sobre su escudo, Abierto el pecho por el dardo agudo Que mata el cuerpo, pero no la idea.
Me parecía estar viendo a Juanillo Jacobo rodando por un precipicio negro, mientras la pobre Sola, atada por los cabellos a la cola de un brioso caballo.... No lo quiero contar porque me parece que lo veo otra vez.... ¡Cuándo volveré a vuestro lado, queridos de mi corazón, para que con el placer de veros se acabe el suplicio de soñaros!
Y las dos jóvenes lloraban desconsoladas, y se comían á besos al pobre hombre. A Montiño se le partía el corazón. ¡Pues señor! exclamó ¡no puedo! ¡yo me acostumbraré! Yo no me voy sino hecha pedazos dijo Luisa. Ni yo saldré si no me llevan atada exclamó Inés.
Palabra del Dia
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