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Actualizado: 5 de mayo de 2025


Apagaremos como febles antorchas el sol, las estrellas, los astros todos; extinguiremos los mas leves destellos que brillen sobre la tierra: las bujías que alumbran la mansion del hombre, los fuegos que resplandecen junto á la cabaña del pastor, las pálidas llamas que revolotean en la broza del cementerio, hasta las chispas que arroja el pedernal.

El músico cerraba los ojos, creyendo escuchar aún en el silencio la voz cascada e imperiosa del maestro. ¡Oh! ¿dónde estaba? ¿Desde qué estrella seguía atentamente esa inmensa melodía de los astros, cuyos ecos sólo podía percibir su oído?

Ella compartía la misma admiración en otro extremo de la escena, y los dos se buscaron con la atracción de dos astros que se presienten, con el irresistible impulso de dos afinidades electivas, para no separarse más. Bailaron en adelante el uno para el otro. Imposible encontrar el ritmo sublime en brazos distintos.

Algunas estrellas, cuyo número es relativamente muy escaso, no sólo salen y se ponen como las otras, sino que se mueven respecto de ellas, atravesando el cielo. Ese movimiento ha hecho que se les el nombre de planetas, voz derivada de otras de origen griego, que significan cuerpos-errantes. La Tierra es un planeta porque, como estos últimos astros, se mueve también en el cielo.

Y aquella tarde, al lado de Fernando, en la última cubierta del buque, mirando el Océano, repitió con desesperación: El poder demoníaco de la música, que influye en nuestra suerte como antiguamente influían los astros... A él debo mi desgracia, y sin embargo, lo amo.

Mas, nada importa que mis pobres versos En este libro vuestro ya no estén, Cuando otros astros de esplendor eterno Entre sus hojas relucir se ven; Y si del cielo el estrellado manto Ligera nube empaña su esplendor, La faz hermosa de los astros luce Si un viento leve limpia ese vapor.

Halley, el mas grande astrónomo de la Gran Bretaña, amó y cultivó la poesía, y en hermosos versos que brillan como astros al frente de los Principios de Newton, celebró las sublimes ideas de su predecesor, hermanando el cálculo con la inspiracion. Grocio, el severo publicista, es contado entre los poetas de su nacion, y legó á Milton el gérmen de su inmortal poema.

Primero pagó la multa, y luego se le permitió defender su pleyto ante el consejo del gran Desterliam, donde dixo así: Astros de justicia, pozos de ciencia, espejos de la verdad, que con la gravedad del plomo unís la dureza del hierro, el brillo del diamante, y no poca afinidad con el oro, siéndome permítido hablar ante esta augusta asamblea, juro por Orosmades, que nunca ni la respetable perra de la reyna, ni el sagrado caballo del rey de reyes.

Pero sólo muy pocos astros de esa clase, aun entre aquellos cuyos períodos de revolución se han calculado, se han presentado por dos ó más veces ante la vista humana. Hoy se conocen catorce de ellos, desde el cometa de Halley, que se presenta cada 76 años, hasta el de Encke, que tiene un período de 3 años y 4 meses.

Mas aunque esto sea así, creo que se han excedido los Astrólogos, extendiendo demasiado la fuerza de los Astros, y sacando de ella predicciones muchas veces arbitrarias. Entiendo que en esto es menester observar el Ne quid nimis de TERENCIO.

Palabra del Dia

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