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Actualizado: 4 de mayo de 2025


Paz, sin acertar a comprender cómo aquella mujer la hablaba de tal modo, repuso, echando a andar y con creciente aspereza. Quede Vd. con Dios.

Y sin comunicarla á su protectora sale de la estancia, baja las escaleras de la casa, se detiene delante de la habitación de D. Félix y llama suavemente con la mano. Nadie responde. Vuelve á llamar más fuerte. ¿Quién es? pregunta con aspereza una voz. Soy yo, D. Félix... Si no le molestase... ¡Ah! ¿Eres , hija mía?... responde otra voz mucho más suave.

La aspereza de su carácter le había valido la opinión de necia y mal criada, pero la había salvado de un gravísimo peligro; y esto era lo que nadie sabía en la aldea.

Si no, dime: ¿cuándo, ¡oh traidor!, respondí a tus ruegos con alguna palabra o señal que pudiese despertar en ti alguna sombra de esperanza de cumplir tus infames deseos? ¿Cuándo tus amorosas palabras no fueron deshechas y reprehendidas de las mías con rigor y con aspereza? ¿Cuándo tus muchas promesas y mayores dádivas fueron de creídas, ni admitidas?

Hay que sostenerse muchas veces en una pendiente de nieve helada, en la cual un paso mal dado cuesta la caída al precipicio. Otras veces hay que arrastrarse por un ventisquero, agarrándose á una aspereza de la nieve que, si se rompe, ocasiona el desplome en una sima, cuyo fondo no se ve.

María entró precipitadamente en el cuarto en que se hallaba Stein y se puso a escucharle con la mayor atención, inclinando el cuerpo hacia adelante, con la sonrisa en los labios, y el alma en los ojos. Desde aquel instante, la tosca aspereza de María se convirtió, con respecto a Stein, en cierta confianza y docilidad, que causó la mayor extrañeza a toda la familia.

Bien sentía que esos eran vanos sueños, pues el único lugar en el mundo... en fin, sentí nacer en un orgullo y una amargura tales, que todo mi ser se llenó de hiel, y me desprendí con sombría aspereza de los brazos de los míos para encerrarme sola en mi dolor.

Entre tanto Velázquez seguía exagerando sus rendimientos, no tanto para suavizar la aspereza de su querida, como por el íntimo placer que esto le causaba. El placer de antes dominándola, martirizándola, era menos que nada comparado con el que ahora sentía satisfaciendo sus caprichos, uncido, prosternado á sus pies.

¿Qué escribir...? La tinta obscura del tintero era tristeza; tristeza el silencio augusto de la gran Naturaleza, y en medio de este dualismo de dolor y de aspereza, se moría lo más triste de lo triste: mi cabeza. Quedó sin nada en la mesa la cuartilla inmaculada.

Y esta poesía singular os penetra en lo más íntimo del alma, por contraste con la aspereza de esas figuras endurecidas, como quien, ante vosotros, inesperadamente, arrancase de un tosco instrumento las más suaves y tiernas melodías. Durante muchos años BRET HARTE esparció estas perlas de su talento en las revistas americanas, especialmente en el Overland Monthly, por él mismo editada.

Palabra del Dia

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