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Todos la siguieron con la mirada hasta que dobló la esquina. Obdulia dijo, queriendo afectar un tono algo desdeñoso: Va muy sencilla. Y se volvió al gabinete. ¡Cómetela!... gritó al oído de Álvaro Visita con voz en que asomaba un poco de burla. Y añadió muy seria: ¡Cuidado con el Magistral, que sabe mucha teología parda!...

Cierta vez descubrió un puntillo movedizo, un cuerpecito minúsculo que atravesaba el huerto, subía los escalones del torreón, y se asomaba luego a las troneras. Era ella seguramente. El no había querido volver a la casa de don Alonso, y se había jurado olvidar a Beatriz para siempre.

Si le era posible ver las caras desde sus escondites, entonces una expresión tenebrosa se asomaba a sus ojos malécos. No se acordaba Carmen de haber hablado con aquel muchacho una buena palabra en los años que llevaba en la casona. La voz aceda del mozo sólo se alzaba iracunda contra su madre, contra su hermana o contra los criados. Se pasaba muchos días encerrado en su dormitorio.

Mirando estos capullos de mujer, don Fermín recordaba el botón de rosa que acababa de mascar, del que un fragmento arrugado se le asomaba a los labios todavía.

Y la mano del bufón estrechaba ardiente y calenturienta la mano de Dorotea, y sus ojos cruzados, encendidos, extraviados, se fijaban en ella con una ansia dolorosa, y en su boca entreabierta, por la que salía una respiración ronca, asomaba ligera espuma blanca. La joven se aterró al ver el aspecto del bufón, y quiso desasirse.

Allí donde asomaba el mineral de hierro, especialmente el llamado campanil, que era el más rico, allí ponía sus manos de vencedor, diciendo: «Esto es mío». Compraba minas para venderlas al mes siguiente á los ingleses que llegaban detrás de él. Tenía en el abra los vapores á docenas, cargándolos de aquellos terrones rojos que eran como oro.

En su boca, grande, de labios sensuales y carnosos, por entre los cuales asomaba la dentadura espléndida y luminosa, parecía apuntar una sonrisa acariciando el paisaje. ¡Qué hermoso es esto! dijo sin volverse hacia su acompañante. ¡Cómo deseaba volver a verlo! Por fin llegaba la ocasión para hacer la ansiada pregunta: ella misma se la ofrecía.

Todo está preparado para el triunfo de la monarquía verdadera y legítima, y es una lástima que usted perezca, porque perecerán todos, no hay duda.... Cuando usted me dijo que es masón, vi... yo siempre estoy viendo cosas extrañas que luego resultan verdaderas... vi un montón de muertos en medio de los cuales asomaba una cabeza....

El viejo, con su gorra calada hasta las orejas, envuelto en el sudeste, se asomaba a una de las ventanas de la atalaya. Tenía la bocina en una mano y el anteojo en la otra. No estaba contento; preveía una catástrofe. Estos pescadores son unos brutos murmuró . Quieren salir, haga buen tiempo o malo. Sin comprender que vale más pasar apuros que no quedar sepultado entre las olas.

En la inmediata cuchilla Un relámpago de fuego Brilló, rugiendo con furia Del cañon el ronco trueno. Nuñez avanza atrevido Con setecientos guerreros, Blandiendo lanza potente, Montando un tordillo negro. Es imponente su marcha, Y por su rostro moreno El entusiasmo asomaba Como en la noche un reflejo.