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Mientras la veía allí de pie delante de , delicada y frágil figura vestida de riguroso luto, con su mano entre las mías, agradeciéndome la investigación que iba a emprender en favor de ella, y deseándome bon voyage, me estremecí al pensar qué sería de ella viéndose arrojada en medio de una suerte adversa y cruel, de todas las corrupciones y lobos hambrientos de la sociedad, tal vez sin energía para resistir, sin voluntad para proceder, o sin fuerza para sufrir.

Del fondo de una sombría arcada, practicada bajo las murallas, el agua agitada salía como arrojada por un monstruo, y en la negra profundidad del antro abierto distinguíamos vagamente pilotajes musgosos, ruedas medio dislocadas que daban vueltas torpemente como ala rota de gigantesco pájaro, y palas que se sumergían en el torbellino produciendo cada una su pequeña cascadita.

Y la vida huyó de aquel cuerpo, arrojada por el espíritu obcecado, que decía no querer nada de ella, porque él no la había llamado... Ya las zancadas y los gritos de Agapo se oían de nuevo. ¡Quilito! ¡Quilito! Dos hombres venían con él. Y todos tres buscaban, olfateando como lebreles, más cerca, más lejos, se iban y volvían, hasta que el pie del filósofo dió con el cuerpo del suicida.

Hácense odiosos a los bien entendidos, con el pueblo pierden el crédito, si alguno tuvieron, para admitir sus escritos y los vicios que arrojada e imprudentemente quisieren corregir en muy peor estado que antes, que no todas las postemas a un mismo tiempo están dispuestas para admitir las recetas o cauterios; antes, algunos mucho mejor reciben las blandas y suaves medicinas, con cuya aplicación, el atentado y docto médico consigue el fin de resolverlas, término que muchas veces es mejor que no el que se alcanza con el rigor del hierro.

Saludaron al presidente montera en mano, y el brillante desfile se deshizo, esparciéndose peones y jinetes. Después, mientras un alguacil recogía en su sombrero la llave arrojada por el presidente, Gallardo se dirigió hacia el tendido donde estaban sus mayores entusiastas, dándoles el capote de lujo para que lo guardasen.

Una vez arrojada la insignia fatal, dió Ester un largo y profundo suspiro con el que su espíritu se libró de la vergüenza y angustia que la habían oprimido. ¡Oh exquisito alivio! No había conocido su verdadero peso hasta que se sintió libre de él.

Con uno solo que quedase vivo No se me negaria el triunfo en Roma De haver domado esta nacion soberbia Enemiga mortal de nuestro nombre, Constante en su opinion, presta, arrojada Al peligro mayor y duro trance, De quien jamas se alabará Romano Que vió la espalda vuelta al Numantino, Cuyo valor, cuya destreza en armas Me forzó con razon á usar el medio De encerrarlos qual fieras indomables, Y triunfar dellos con industria y maña, Pues era con las fuerzas imposible.

Y asi arrojada con deseo injusto En cristalino vaso prueba y bebe El veneno mortal, sin ningun susto. Quien mas presume de advertido, pruebe A dexarse adular, verá quan presto Pasa su gloria como el viento leve. Esto escuché: y en escuchando aquesto, Dió un estampido tal la gloria vana, Que dió á mi sueño fin dulce y molesto.

A los pocos momentos, mucho antes de que mis amigos llegasen a la puerta del castillo y antes también de que Juan pensase en abrirla, se oyó un gran estrépito en la habitación iluminada, como si la lámpara hubiese sido arrojada violentamente al suelo y desapareció la luz que salía por la ventana.

Cargamentos enteros de negros arrojados al agua para librarse del crucero que le daba caza; los tiburones del Atlántico acudiendo a bandadas, haciendo hervir las olas con su fúnebre coleteo, cubriendo el mar de manchas de sangre, repartiéndose a dentelladas los esclavos, que agitaban con desesperación sus brazos fuera del agua; sublevaciones de tripulación contenidas por él solo a tiros y hachazos; raptos de ciega cólera en los que corría por cubierta como una fiera; hasta se hablaba de cierta mujer que le acompañaba en sus viajes, la cual, desde el puente, fue arrojada al mar por el iracundo capitán después de una disputa por celos.