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Actualizado: 12 de julio de 2025
El taconeo irrespetuoso de las botas imperiales, color bronce, que enseñaba Obdulia debajo de la falda corta y ajustada; el estrépito de la seda frotando las enaguas; el crujir del almidón de aquellos bajos de nieve y espuma que tal se le antojaban a don Saturno, quien los había visto otras veces; hubieran sido parte a despertar de su sueño de siglos a los reyes allí sepultados, a ser cierto lo que el arqueólogo dijo respecto del descanso eterno de tan respetables señores: Aquí descansan desde la octava centuria los señores reyes don..., y pronunció los nombres de seis o siete soberanos con variantes en las vocales, en sentir del lugareño, que siguiendo corrupciones vulgares, decía ue en vez de oi y otros adefesios.
Los besos que tan profundamente le turbaban tenían algo más que la caricia de la mujer: era el perfume embriagador y malsano de todas las corrupciones y locuras de la tierra; el olor concentrado de un mundo que había corrido loco hacia su belleza como los pájaros nocturnos se agolpaban a la luz del faro.
No se escandalizaba, pero poníase triste pensando en su mujer y en los chiquillos que le aguardaban en Sevilla. Todos los defectos y corrupciones del mundo eran para él producto de la falta de instrucción. De seguro que aquellas pobres mujeres no sabían leer ni escribir.
Mientras la veía allí de pie delante de mí, delicada y frágil figura vestida de riguroso luto, con su mano entre las mías, agradeciéndome la investigación que iba a emprender en favor de ella, y deseándome bon voyage, me estremecí al pensar qué sería de ella viéndose arrojada en medio de una suerte adversa y cruel, de todas las corrupciones y lobos hambrientos de la sociedad, tal vez sin energía para resistir, sin voluntad para proceder, o sin fuerza para sufrir.
Y esta promiscuidad, bajo la misma manta, de viejos y jóvenes, de inocentes jayanes recién venidos de su tierra y veteranos de la vida errante, conocedores de todas las corrupciones, se efectuaba en medio de una forzada abstinencia de la carne, en un país donde por las condiciones del trabajo, los hombres son mucho más numerosos que las mujeres, y la continua afluencia de presidiarios licenciados traía consigo todas las criminales aberraciones de la virilidad aislada.
Jóvenes cuya distinción entusiasmaba á doña Elena prorrumpían en apóstrofes contra las corrupciones de París, corrupciones que habían estudiado á fondo velando hasta la salida del sol en las virtuosas escuelas de Montmartre. Todos adoraban á Alemania, donde no habían estado nunca ó que conocían como una sucesión de imágenes cinematográficas. Aplicaban á los sucesos un criterio de plaza de Toros.
Declarando todo su pensamiento, aseguró que no esperaba ver en toda su vida más que desaciertos, errores, luchas estériles, ensayos, tentativas, saltos atrás y adelante, corrupciones de los nuevos sistemas, que aumentarían los partidarios del antiguo, nobles ideas bastardeadas por la mala fe, y el progreso casi siempre vencido en su lucha con la ignorancia.
Palabra del Dia
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