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Actualizado: 11 de octubre de 2025


En castigo de no haber encontrado graciosa la broma, no te suelto. Bueno, pues confieso que tiene mucha gracia. Eso ya es otra cosa... Si te sometes te dejo..., pero con precauciones. Marta, en cuanto se vio libre, corrió con la escoba enarbolada detrás de él, aunque sin lograr alcanzarle; por lo cual dio la vuelta y siguió barriendo el comedor. Aun no se había arreglado.

Criado y desarrollado, como quien dice, en la Aduana, era ésta el campo propio de su actividad; y las muchas complicaciones de los negocios, tan molestas y enojosas para el novicio, se presentaban á su vista con toda la sencillez de un sistema perfectamente arreglado.

Pero le he oído a usted calificar de malhadado el asunto principal, y me voy a tomar la libertad de decirle que no hallo el calificativo arreglado a justicia. ¡Canástoles!... ¿Cómo que no? Pues como que no. Yo tenía mis planes, señor don Claudio; yo tenía mis planes. Corriente: tenía usted sus planes.

Por último, los más notables é ilustres entre éstos deben ser honrados con el título de doctores de la poesía. Toda la nomenclatura indicada parece referirse á la Francia meridional, «pues en España, según dice, se halla esto más arreglado, diferenciándose las profesiones con nombres especiales.

No es ocasión ahora dijo Salvador , de hacer comentarios sobre las promesas hechas en esas cartas y jamás cumplidas. Esas viejas cuentas se habrán arreglado en otra parte. Callaron ambos, y Navarro, puesta su alma toda en los ojos, leía las pocas páginas de aquel drama oscuro, desenlazado ya por la muerte.

Doña Clara, que se había trenzado y arreglado entre tanto sus cabellos, permaneció largo tiempo en silencio. La reina estaba llena de ansiedad. Me casaré con ese hombre dijo al fin doña Clara. ¡Ah! ¡hermana mía! exclamó la reina arrojándose al cuello de doña Clara y besándola en la boca.

»Olga, ¿por qué lloras? le digo. Todo queda arreglado ahora. «Pero he ahí que yo también, gran tonto, me pongo a llorar como un niño. »Perdóname, Roberto dice su voz en mi oído. Mucho te he hecho sufrir, pero nunca más lo haré, nunca más. »¿Y ahora me amarás? pregunto, pues todavía no puedo creerlo.

A fines de Abril, olvidados ya todos los temores, Manila solo se ocupaba de un acontecimiento. Era la fiesta que don Timoteo Pelaez iba á dar en las bodas de su hijo, de quien el General, gracioso y condescendiente, se prestaba á ser el padrino. Decíase que Simoun había arreglado el asunto.

Lo mismo que el arroyo del valle y los grandes ríos del llano, el pequeño barranco tiene sus orillas sombreadas por árboles. El álamo blanco se levanta al lado del haya y el abedul; las hojas finamente cortadas del fresno, aparecen por entre dos altos olmos con su ramaje como arreglado por la mano del hombre; el tronco blanco del abedul resalta al lado de la rugosa y sombría corteza de la encina.

Es verdad respondió . ¿No has muerto, pues? ¿Cómo te las has arreglado? Estoy muy contento, es decir, no mucho; Honorina está furiosa contra ti. ¿No está aquí Honorina? Ha venido a casarse con el conde. ¡Mientras me perdone! Nadie le pudo arrancar una palabra sobre la salud de la duquesa, pero en cambio habló de Honorina tanto como quiso.

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