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Actualizado: 17 de mayo de 2025


Contemplada por la mirada de la ciencia en el infinito de las edades, la cascada en no es un fenómeno menos pasajero que los insectos ó los seres humanos arrastrados hacia el abismo, porque también ella ha nacido y desaparecerá. En la superficie de la tierra todo nace, envejece y se renueva como el planeta mismo.

Arrancaba de allí un senderito abierto en la misma roca, que entre picos y grandes peñascos llegaba hasta la playa baja que azotaban las olas, y por allí comenzaron a bajar los niños, silenciosos ambos, sorprendido y azorado Alfonso, pálido el otro y torva la mirada, arrastrados los dos, sin saberlo, por la desventura más digna de lástima que existe en la tierra: la que acarrean al inocente los delitos del culpado.

Durante algunos minutos luché con todas mis fuerzas para conseguir mantener sobre la superficie la cabeza de la pobre niña inconsciente, sin embargo, era tan poderosa la corriente, con sus masas de hielo flotante, que toda resistencia parecía imposible, y ambos fuimos arrastrados cierta distancia río abajo, hasta que al fin, llamando en mi auxilio mis últimas fuerzas, conseguí salir del peligro con mi insensible carga y llegar a un banco de arena, donde pude sosteniendo una fiera lucha, saltar a tierra y arrastrar a la pobre niña sobre la orilla helada.

Los troncos de los carruajes particulares eran arrastrados por yeguas y caballos de raza, de pelo satinado y reluciente, con cocheros más correctos que los del tiempo de Alejandro.

Pero Correa casado con una cuñada de Colón, encontraba en la isla de Puerto Santo un madero labrado en la misma forma, además de varias cañas tan gruesas, «que en un cañuto de ellas podían caber tres azumbres de agua o de vino». Los vecinos de la islas de los Azores, siempre que soplaban recios vientos de Poniente o Noroeste encontraban en sus playas grandes pinos arrastrados por las olas.

Abundaban los chilenos, venidos del otro lado de la Cordillera, para escapar después de unos cuantos días de trabajo, arrastrados por su eterna manía ambulatoria. Eran gentes inquietantes por la facilidad con que tiraban del cuchillo, sin dejar por eso de sonreir y hablar melosamente.

Arrastrados por el torrente circulatorio de la savia, de la sangre ó de otros líquidos, entran á formar parte de un tejido, luego de otro y de otros aún; así viajan por todos los organismos, hasta que son definitivamente expulsadas, y entran en ese gran mundo exterior, donde millones de seres vivos se empujan y combaten para ampararse de ellas como de una presa y utilizarlas á su vez.

En estos inviernos, ordinarios en nuestras zonas, las capas sólidas no se extienden de una á otra orilla del arroyo, y á la menor subida del termómetro se rompen por el empuje de la corriente y los fragmentos, entrechocándose, se funden muy pronto arrastrados por el torbellino.

En los abruptos declives no se ahondarán repentinamente profundos barrancos, y las praderas del valle no desaparecerán bajo los amontonamientos de piedras y troncos arrastrados desde las laderas.

Si no hubo más que la oficiosidad y destreza de Antoñona y la debilidad con que D. Luis se comprometió a acudir a la cita, ¿para qué forjar embustes y traer a los dos amantes como arrastrados por la fatalidad a que se vean y hablen a solas con gravísimo peligro de la virtud y entereza de ambos? Nada de eso.

Palabra del Dia

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