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Actualizado: 29 de junio de 2025


Quizá tuviese un vago presentimiento de que el arma no le había de prestar socorro muy eficaz en caso de apuro.

¿Qué es esto? y tocándolo sólo con las puntas de los dedos, como si temiera ensuciarse, lo dejó caer al suelo murmurando: ¡Papeluchos ateos! ¡No lo tires, que después lo pide Pepe y arma una marimorena!

A la semana siguiente, un día que Martín se ha encerrado en su despacho Gertrudis se arma de valor y dice: Mira, Juan; es una locura que estemos atormentándonos de este modo. Dejemos dormir esa tonta historia. ¡Si fuera tan fácil hacer como decir! exclama él con expresión melancólica. Ella lanza una alegre carcajada, y él ríe también. En realidad es muy fácil.

¡ le has herido, Plutón! exclamaron varios encarándose con el feroz minero. ¡Yo! profirió éste fingiendo con admirable serenidad la sorpresa. ¡, ! dijeron los paisanos que se hallaban cerca. ¿Con qué arma?... Aquí tenéis mi navaja respondió sacándola del bolsillo y presentándola. Plutón, como criminal experto, llevaba siempre dos navajas.

Ambos se arrogaban pues el derecho de la elección de armas... Para Luque, el arma debía ser el nobilísimo acero de la espada; para Esperoni, buen tirador de pistola, la pistola... Aun aceptando la pistola los de Jacinto, los de Publio exigían condiciones imposibles: a diez pasos de distancia y tirar indefinidamente hasta que uno de los adversarios quedase tendido en el campo del honor...

Al monte; quiero recorrerlo un poco repuso Benincasa, que acababa de colgarse el winchester al hombro. ¡Pero infeliz! no vas a poder dar un paso. Sigue la picada, si quieres... O mejor, deja esa arma y mañana te haré acompañar por un peón. Benincasa renunció. No obstante, fué hasta la vera del bosque y se detuvo. Intentó vagamente un paso adentro, y quedó quieto.

La frente un poco hosca, porque los cabellos estaban plantados demasiado abajo, pero esto sienta bien a los jóvenes; y la cabeza era hermosa. En fin, en toda su persona, esa elegancia, ese chic de los dragones de la guardia que todos hemos ambicionado, pero que no se encuentra en ninguna otra arma... el diablo sabe por qué.

Todos pensaban lo mismo, lanzando terribles ojeadas a los entusiastas: «Pero ¿cuándo se marcharán estos tíos «lateros»? ¡Mardita sea su arma!...»

Ciertamente, la delación era un arma vil, pero mucho menos que la conducta de aquel noble felón, que engañaba a tres mujeres a la vez y robaba a la una su honor, a la otra su estima y a la otra su fortuna.

Ahí tienes la maravillosa arma de la lógica humana, con la cual te hiero para sanarte. Más vale morir aprendiendo, que vivir ignorando. Esta lección terrible puede llevarte hasta la santidad, que es el estado en que yo me encuentro. ¿Y quién me ha traído a a este bendito estado? Pues una lección, una simple lección. Mira, Fortunata, bendito sea el cuchillo que sana.

Palabra del Dia

rigoleto

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