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Ya más cuidadoso, comencé a halagarla con mi voz, fingiendo su arrullo, cuando para mi mayor asombro la miro pararse en mis hombros, trayendo pendiente del cuello, con un listón de color de lirio, un billete recogido con delicados pliegues y empapado en aromas de rosas. Merece ser tuya, porque merece el reino de la Arabia, y debes ser suyo, porque eres virtuoso.

Ha muerto de hambre la gente pobre, el hambre y las aglomeraciones de cadáveres han producido una horrible pestilencia, causa á su vez de una gran despoblacion. En Arabia va quedando la madre de las ciudades desierta de sus vecinos; apenas se ve en ella mas que gente pasagera, y la Caaba está cerrada á naturales y peregrinos . Viene el año 874, y con él nuevos escarmientos.

Todo se fabricaba de oro purísimo, hasta los trastos de cocina. De Arabia venían perfumes; de Egipto, telas de lino, caballos y carros; esclavos negros y marfil, de Nubia; y especierías y madera de sándalo, y perlas, y diamantes, y papagayos y jimios y pavos reales, y telas de algodón y de seda, de allá de la desembocadura del Indo.

Confuso el hebreo se vió precisado á declarar la verdad, y el juez mandó que le pusiesen atado á la piedra, sin comer ni beber, hasta que restituyese las quinientas onzas de plata que pagó al instante; yel esclavo Zadig y la piedra se grangeáron mucha reputacion en toda la Arabia. La hoguera.

Pronunciaron muy doctos y elocuentes discursos, pero nada averiguaron. Señor, dijeron al cabo todos ellos al Rey, postrándose humildemente a sus pies e hiriendo el polvo con las respetables frentes, somos unos mentecatos; haz que nos ahorquen; nuestra ciencia es una mentira: ignoramos quién sea el pájaro verde, y sólo nos atrevemos a sospechar si será acaso el ave fénix del Arabia.

Reynaba entónces en la Arabia un horroroso estilo, cuyo orígen venia de la Escitia, y establecido luego en las Indias á influxo de los bracmanes, amenazaba todo el Oriente.

El tremendo conquistador Alfonso de Alburquerque había recorrido victorioso los mares de Oriente desde Aden hasta Borneo; había conquistado y destruido reinos, había hecho tributarias o entrado a saco populosas y ricas ciudades desde Ormuz, emporio de Persia, India y Arabia, hasta Malaca, en el extremo sur de Siam.

De esta suerte, en soliloquios románticos, acerbos y dignos de Hamlet, siempre que estaba sin Chemed; y en coloquios amenos, en pláticas tiernas, y en juegos y risas, cuando Chemed aparecía, vivió Mutileder; y así se pasó el tiempo, caminó la nave, se detuvo en varios puntos de África y en algunas islas del archipiélago de Grecia, y llegó al fin a Tiro, capital entonces de Fenicia desde la ruina de Sidon, cuando los filisteos, rubios descendientes de Jafet, vinieron de Creta por mar, mientras que del lado del desierto de Arabia entraban los israelitas en la tierra de Canaan y lo llevaban todo a sangre y fuego.

El café deriva su nombre de la ciudad de Kaffa en Abisinia, país del que se supone que es originario el árbol del café. Su nombre botánico es Coffea arabica, porque fué en Arabia donde primero se cultivó y explotó para el uso que hoy tiene. Una planta de café ordinaria alcanza una altura de 14 a 18 pies, siendo su tronco largo y delgado sin ramas en su parte baja.

En las poesías escritas en lengua arábiga por españoles y en España, aunque durante la dominación muslímica, no hallo difícil percibir, á través de la forma clásica tomada de la antigua poesía del Yemen y de la imitación de los verdaderos poetas árabes más famosos y celebrados, algo, y no poco, en el sentir y en el pensar, nacido en corazones y espíritus españoles, y que casi de seguro no hubiera nacido jamás en el alma de un moro de Africa ó de un beduino de Arabia.