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Actualizado: 14 de octubre de 2025


En la Arabia Pétrea, en los países de Edom y de Moab no hay una altura, una colina ni una roca que no sostenga su tosca pirámide de piedra, sobre cuyo altar derramaban sangre los sacerdotes para tener propicio al dios. En Babel faltaba la montaña, y se la sustituyó con aquel famoso templo que debía llegar al cielo.

Asustado Zadig, que habia puesto en auge los asuntos de su amigo, y enviádole su dinero, no pensó mas que en partirse de la isla, y en ir á saber en persona noticias de Astarte; porque si permanezco en Serendib, decia, me harán empalar los bonzos. ¿Pero adonde iré? en Egipto seré esclavo, en Arabia segun las apariencias quemado, y ahorcado en Babilonia.

Pues, ¿qué cuando prometen el fénix de Arabia, la corona de Aridiana, los caballos del Sol, del Sur las perlas, de Tíbar el oro y de Pancaya el bálsamo? Aquí es donde ellos alargan más la pluma, como les cuesta poco prometer lo que jamás piensan ni pueden cumplir.

Este pecho, dos ojos negros rasgados que suaves y muelles de amoroso fuego brillaban, las mexillas animadas en púrpura con la mas cándida leche mezclada, una nariz que no se semejaba á la torre del monte Libano, sus labios que así se parecian como dos hilos de coral que las mas bellas perlas de la mar de Arabia ensartaban; todo este conjunto en fin persuadió al viejo á que se habia vuelto á sus veinte años.

Pero estas señoras damas... me han calumniado, me han herido en mis sentimientos más puros, sosteniendo que yo hice la corte a la Benina... y que la requerí de amores deshonestos, para que por y conmigo faltase a la fidelidad que debe al caballero de la Arabia... ¡Si nosotras no hemos dicho semejante desatino! Todo Madrid lo repite... De aquí, de estos salones salió la indigna especie.

Lleno Zadig de la idea de Astarte, no respondió á esta declaracion, pero fué al punto á ver á los caudillos de las tribus, y les contó lo sucedido, aconsejándoles que promulgaran una ley por la qual no seria permitido á ninguna viuda quemarse ántes de haber hablado á solas con un mancebo por espacio de una hora entera; y desde entónces ninguna dama se quemó en toda Arabia, debiéndose así á Zadig la obligacion de ver abolido en solo ua dia estilo tan cruel, que reynaba tantos siglos habia: por donde merece ser nombrado el bienhechor de la Arabia.

Se han encontrado montones de pradera petrificada bajo los hielos y en las mismas rocas se encontraron huellas enmohecidas de aquellos «anillos del diluvio» que, según nuestros modernos sabios, son amonitas fósiles. Por eso más de cien montañas de Persia, de Siria, de Arabia, del Asia Menor se ha indicado como desembarco del patriarca, segundo padre de los hombres.

Así decia, y en lo interior de su corazon no pensaba mas que en el destino de la reyna de Babilonia. Dos dias despues se partió el mercader Setoc con sus esclavos y sus camellos á la Arabia desierta. Residia su tribu en el desierto de Oreb, y era arduo y largo el camino.

Con todo menester es saber qué ha sido de Astarte: partámonos, y apuremos lo que me destina mi suerte fatal. El bandolero. Al llegar á las fronteras que separan la Arabia petrea de la Syria, y al pasar por junto á un fuerte castillo, saliéron de él unos Arabes armados. Vióse rodeado de hombres que le gritaban: Ríndete; todo quanto traes es nuestro, y tu persona pertenece á nuestro amo.

En Melinda debían venderlos o dejarlos en depósito y tomar en cambio mercancías de Abexin, Arabia y Egipto y aun algunas de Siria, de las islas de la Grecia y de la misma Italia que todavía llegaban hasta allí, importadas en Egipto por los venecianos, a pesar del golpe mortal que a su comercio habían dado los portugueses.

Palabra del Dia

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