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Actualizado: 7 de junio de 2025
Para aquella ausencia, para la necesidad que sentía de creer que vería a su padre en otro mundo, servíale sin embargo la religión; pero muy poco para consuelo de los propios males, para remediar las angustias del egoísmo asustado, de los apuros del momento que nacían de la soledad y la pobreza. El pánico de su abandono, que fue el sentimiento que venció a todos, no lo curaba la fe.
Entonces el barítono, que no echaba nada en saco roto, sin dejar el tema de su pasión incandescente, mezcló en las variaciones del mismo una discretísima narración de los apuros de su vida económica y la de sus compañeros.
Un alemán más o menos entre cien mil no nos ha de sacar ciertamente de apuros; en cambio, si alguno de ustedes vuelve estropeado, será difícil encontrar quien le sustituya. ¡Oh, no tenga usted cuidado, doctor!, ¡iremos con el ojo alerta! Mis hijos respondió altivamente Materne son verdaderos cazadores y saben esperar y aprovechar la ocasión.
Amaba mucho la vida, y á cambio de este amor reclamaba de ella todo cuanto pudiera darle... Otras mujeres sentían preocupaciones de orden material: el ansia de riqueza, la conquista del lujo, los apuros de familia... Ella lo poseía todo; ninguna inquietud entenebrecía su mañana; ni siquiera la de su belleza, sostenida por una salud magnífica y que parecía crecer con la edad y el abuso de sus fuerzas.
Por fortuna, con las campanadas de las ocho terminaba la recepción: aquí eran los apuros entre las mujeres. Ninguna quería ser la primera en levantarse. Llamábase este acto romper el chivato. A la postre se decidía alguna a dar esta muestra de coraje, y acercándose a la no siempre inconsolable viuda, le decía: ¡Cómo ha de ser! Hágase la voluntad de Dios.
En uno de estos apuros tuvo que usar de su influjo para tranquilizar la conciencia de una muger, que habia hurtado un perro sin atreverse
Mis necesidades, los apuros de este infeliz y la urgencia de pagar los gastos de mi pleito, me hacen cerrar los ojos... El honor me echa hacia atrás; la ansiedad de satisfacer mis necesidades me echa hacia adelante. Pues no hay otro remedio, adelante. Aún es demasiado temprano. Se ha ido. Me levantaré.
«Antes debo jugar mi última carta... pensó Jaime . Voy a ver a «la Papisa Juana» Hace muchos años que no la he visto; pero es mi tía, mi pariente más próxima. En justicia, debía ser yo su heredero. ¡Si ella quisiera!... Le bastaría hacer un gesto, y todos mis apuros habrían terminado.» Pensó en la hora mejor para visitar a la gran señora.
Aquí fuéron mis grandes apuros; sudaba como un pollo; balbuceaba palabras interrumpidas, porque no podia hablar, y Dios sabe el esfuerzo que tuve que hacer sobre mi convulsion nerviosa, para no gritar pidiendo auxilio, como si me viera rodeado de asesinos ó de ladrones. ¡Qué sábia ha sido mi mujer! decia yo para mí. ¡Cuándo me veré en donde está ella! Mi mujer no quiso subir, y esperaba abajo.
En la farça dos Almocreves forman el interés dramático los embarazos y apuros de un noble principal, aunque pobre, que tiene muchos criados, y no sabe de dónde sacar el dinero necesario para pagarles. Todas las farsas, de que hemos hablado hasta ahora, nos ofrecen tan sólo cuadros y situaciones aisladas, sin lazo dramático que las una.
Palabra del Dia
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