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Al principio era delicioso hablando conmigo: aunque en la mirada inteligente se le conocía que no ignoraba dónde estaba la salida de su apuro, siempre salía por lo peor y lo más desairado. Tan atolondrado se ponía. ¡Y qué manera tan deliciosa tenía a veces de enmendar lo que él llamaba sus gansadas!

En la esquina de San Andrés. Pues mañana irás a la otra esquina por ellos. Segurito, señor, y ha de llegar día en que tenga que ir a buscarlos a Jetafe. Contado el origen del infantil juego de los huevos, paréceme que puedo dejar en paz al virrey y seguir con la tradición. Dice un refrán que la mula y la paciencia se fatigan si hay apuro, y lo mismo pensamos del amor.

Hay problemas que sólo lo son planteados a sangre fría; en momentos de apuro, los resuelve el instinto con seguridad maravillosa. Julián estaba determinado a faltar a la verdad sin escrúpulos. Al cabo Nucha pronunció con sordo acento: No crea que es la primera vez que se me ocurre que ese... chiquillo es... hijo de mi marido.

¿Cerrar? exclamó . Y la labor legislativa que tenemos por delante, ¿es que van a hacerla los porteros? ¡Hombre! En caso de apuro... Todo se vuelven diatribas contra el diputado en este país añadió mi amigo , y el diputado es un mártir. Ya ve usted a los diputados franceses. No contentos con ganar quince mil francos al año, quieren que se les dupliquen las dietas.

En vez de guardarlas como reserva para cualquier apuro o sacar de ellas algún interés, así que las tuvo en la mano surgió en su cerebro el pensamiento de hacer un largo viaje. Aprovechando la compasión del ministro obtuvo licencia ilimitada y recorrió durante cuatro meses las principales ciudades de Italia y algunas de Francia, Alemania e Inglaterra. Era el sueño de su vida.

Si alguna vez tenía un apuro, si necesitaba una pensión para seguir pintando, allí estaba él, deseoso de atenderle. Por lo pronto, le esperaba á comer en su casa aquella misma noche, y si quería ir todas las noches, mucho mejor. Comería en familia, modestamente; la guerra había cambiado las costumbres; pero se vería en la intimidad de un hogar, lo mismo que si estuviese en la casa de sus padres.

Sin duda, todo esto es cierto; pero vosotros no debéis ignorar que CERVANTES fué herido y cautivo por muchos en el inhospitalario suelo del África, donde apuró hasta las heces el cáliz de la amargura, viviendo con la continua amenaza de la muerte. ¡No, por mi lanza! ¡No! ¡Jamás!

Fué un verdadero apuro para ellos. Raimundo no tenía frac, Aurelia no poseía tampoco un guardarropa muy provisto. Sin embargo, fueron. Un pariente prestó al joven su frac: Aurelia se puso los mejores trapitos del armario. Al día siguiente Raimundo se encargó un traje de etiqueta en la mejor sastrería de Madrid.

Apuró de nuevo el vaso, y el otro José admiraba igualmente su facundia y su receptividad de bebedor. Izquierdo soltó luego una risa sarcástica, prosiguiendo así: «Dicen que les van a traer a Alifonso... ¡Pa chasco! Por que lo traigan. A cuenta que es como si verídicamente trajeran al Terso. Es la que se dice: pa lo mismo es blanco que negro.

Esto ocurría el 73, y de aquella época datan los opúsculos políticos de actualidad que publicó el clerizonte en el folletín, y de los cuales hizo tiraditas aparte; bobadas escritas en estilo bíblico, y que tuvieron, aunque parezca mentira, sus días de éxito. Como que se vendían bien, y sacaron á su endiablado autor de más de un apuro.