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Actualizado: 26 de junio de 2025
Tenía sus dudas sobre el final del combate; el príncipe había disparado apuntando al suelo, y él no aceptaba que le perdonasen la vida. Joven dijo con autoridad don Marcos , usted es novel en estos asuntos. Déjese guiar por los que saben más, y dele la mano al príncipe. Inmediatamente fué en busca de Lubimoff. Lo vió en el mismo sitio. Había arrojado la pistola y se cubría la cara con las manos.
No quiero otras montañas que esas que me han visto nacer, la Peña-Mea, la Peña-Mayor, el pico de la Vara replicó el capitán extendiendo el brazo y apuntando á todos los puntos del horizonte. Pensando en ellas mi corazón se apretaba de angustia al comenzar las batallas, pensando en ellas maldecía de los teatros y los cafés cuando me hallaba de guarnición en Madrid.
Enfrente había una casa de reciente construcción que hacía contraste con las del resto de la calle, casi todas viejas. ¡Ahí dentro están! dijo en voz baja apuntando hacia ella. Reynoso levantó los ojos y volvió a bajarlos rápidamente. Barragán pidió unos vasos de vino.
Veía caer algunos combatientes; a los caballos, sueltas las bridas, huir por el prado... Veía, a la izquierda, que se abría el ventanuco más alto de la casa forestal, y el anciano Cuny, en mangas de camisa, apuntando con el fusil en dirección del grupo, pero sin atreverse a disparar... La anciana veía todas aquellas cosas con una lucidez extraña, y se decía: «El loco ha vuelto... Suceda lo que quiera, esto tiene que terminar como he visto en sueños, y mi cabeza colgará de la silla de su caballo...»
Pero estaba sumamente sorprendido de no ver caer ni un miserable pájaro, y deploraba en su interior la detestable puntería y la torpeza de los cazadores. Las carreras y los saltos que daba eran incesantes y prodigiosos. El conde, que estaba apuntando al blanco, se distrajo una de las veces mirándole correr, y sin decir palabra movió el cañón y lo dirigió hacia él. Sonó el tiro.
El duque prescindió por un rato de sus convidados, escuchando atentamente a los ingenieros, que le iban apuntando lo que pensaban acerca del negocio.
El Capitán y Hans hicieron fuego apuntando a las ramas que se movían; pero los piratas no se dejaron ver, ni contestaron disparando flechas. ¿Se habrán ocultado bajo tierra? exclamó el piloto . Esto se pone feo.
Luego, dando rodeos para no encontrarse con nadie, se fue a su casa, impaciente por saborear a solas la realización de su esperanza. Encerrose en el despacho, abrió el cajoncito más recóndito de su mesa, y fue reuniendo y apuntando todo el dinero que tenía: sesenta y tantos duros en plata, unas cuantas monedas de oro y ocho mil pesetas en billetes.
No cayó; descendió sin prisa del lado de Traslacerca, tranquilo, acostumbrado a tal escalo, conocido ya de las piedras del muro. Don Víctor le vio desaparecer sin dejar la puntería y sin osar mover el dedo que apoyaba en el gatillo; ya estaba Mesía en la calleja y su amigo seguía apuntando al cielo.
Debo hacer el gran juego... ¡Yo apuntando ahora con fichas de cien francos y hasta de veinte, como una prestamista retirada!... Por eso la Fortuna no me reconoce y pasa de largo. El príncipe movió la cabeza. Se negaba á ayudarla en sus locuras. ¿No era mejor que guardase esos miles de francos, en vez de perderlos rápidamente, como le ocurriría el día que menos lo esperase?
Palabra del Dia
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