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Actualizado: 26 de junio de 2025
Rosita entonces, se detuvo un momento para separar las hojas espesas y barnizadas de los áloes, se abrió paso a través de la maleza, se arrastró hasta el lado del maldito, lanzó un grito terrible, y cayó... muerta... El renegado está ahí; cercad ese lugar y rechazad al pueblo. Ríndete, perro, porque veinte carabinas te están apuntando exclamó el comandante de los carabineros.
Roger se estremeció, porque el acerado dardo pareció atravesar de parte á parte al fugitivo. Pero éste siguió corriendo. Dos varas te digo, bodoque, comentó el viejo ballestero, apuntando con tanta calma como si tirase al blanco. Partió silbando la mortífera saeta y se vió al negro dar de repente un enorme salto, abrir los brazos y caer de cara al suelo, donde quedó inmóvil.
Al salir de las tierras de Dupont y verse en la carretera, los hombres rompieron a hablar. Detuviéronse un instante para fijar su vista en lo alto de la colina, donde se destacaban las figuras de don Pablo y sus empleados, empequeñecidas por la distancia. Los viñadores más jóvenes miraban con desprecio el cirio regalado, y apoyándolo cerca del vientre, lo movían con cinismo, apuntando a lo alto.
Cantaba mal, y siempre andaba apuntando con él el catalán, el cual era la criatura más triste y miserable que Dios crió; comía a tercianas, de tres a tres días, y el pan tan duro que apenas le pudiera morder un maldiciente. Pretendía por lo bravo, y si no era el poner huevos, no le faltaba otra cosa para gallina, porque cacareaba notablemente.
Durante aquellos tres años, después de muerto mi abuelo, el conde no se dió instante de reposo, visitando tierras, apuntando lindes, recontando ganado, recorriendo la casa, embalando vajillas y cubiertos de plata, escribiendo horas y horas en su despacho. Al cabo de los tres años, una mañana apareció difunto, no sé si de cansancio o de aburrimiento.
Los salvajes los rodearon al momento. El Capitán y sus compañeros habían tenido tiempo de huir hacia la playa, desde donde rompieron el fuego contra los indígenas, apuntando especialmente a los jefes y a los brujos. ¡Vanos esfuerzos! Los salvajes, a pesar de los estragos que las balas hacían en ellos, no retrocedían.
Paco Gómez iba solapadamente de uno en otro grupo apuntando las coplitas más dañinas para que las repitiese en alta voz el que la tuviese más recia.
Algunos de ellos, que casi eran unos niños, llevaban en el bolsillo el cuaderno de ingresos y gastos, apuntando hasta los cinco céntimos de un vaso de agua en una estación. Sólo se trataban con gentes ricas para aceptar sus obsequios, sin ocurrírseles jamás convidar a nadie.
Pero recobró inmediatamente su impasible fosquedad y siguió apuntando. Volvió el marqués á dar una palmada, diciendo lentamente: «Dos.» Al ver Pirovani que no había herido á su adversario y quedaba desarmado ante él, pasó por su rostro, como una nube veloz, la emoción del miedo; pero fué por un momento nada más.
El joven, que había vuelto a cargar el fusil, disparó apuntando a unas matas que se movían, pero ningún grito siguió a la detonación. ¿Habréis matado a otro o errado el tiro? preguntó Van-Horn. Veo moverse las matas todavía dijo Cornelio . Estos tunantes saben esconderse muy bien.
Palabra del Dia
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