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Actualizado: 18 de mayo de 2025


Y reinó un silencio embarazoso por algunos segundos, hasta que uno de los bañistas, volviéndose para que no se le viera reír, entabló otra conversación. Allá va el padre Talavera con unas monjas. Me apresuré a mirar por entre las hojas de la enredadera, y en efecto vi el grupo a lo lejos.

Desdeñaba los libros clásicos, y me engolfaba en el piélago anchuroso de la literatura romántica. Andrés compró cierto día, en su tienda de «La Legalidad», un tercio de papeles viejos, entre los cuales hallé folletines, libros, folletos, entregas, y tomos de «La Cruz», que me apresuré a recoger.

Sentí también remordimientos de conciencia, como si estuviera poniendo mis manos en el tesoro de un amigo, y me apresuré a dar un tajo a la conversación, llevando enseguida los restos de ella hacia la otra que ya estaba en la agonía por falta de materia o por sobra de cansancio entre los interlocutores.

El bueno del hombre, viendo la satisfacción que experimentaba oyéndole hablar del Japón, habíame pedido que revisara su Memoria, y yo me apresuré a complacerlo, no sólo por amistad hacia ese viejo Simbad, sino también para enfrascarme más y más en el estudio de ese hermoso país, el amor al cual me había transmitido. La tal revisión me fue muy penosa.

Y como nos quedásemos turbados, ella roja, yo rojo también, mirándonos con ojos brillantes, la condesita nos dijo en tono protector: Vamos, dense ustedes la mano y no haya más regaños. Me apresuré a coger la mano de mi adorada y la aprisioné entre las mías largamente.

60 Me apresuré, y no me retardé en guardar tus mandamientos. 62 A medianoche me levantaré a alabarte sobre los juicios de tu justicia. 64 De tu misericordia, oh SE

Poco después se acercó el comandante y me dijo risueño: Vaya usted con Isabel, que desea hablarle. Me apresuré a cumplimentar la orden de la dama, quien me acogió con extremada amabilidad. Siéntese aquí, que tengo mucho que hablar con usted... Ya que está usted enamorado... ¡Ese Villa! exclamé con enojo. No se enfade con él, porque su indiscreción quizá redunde en beneficio de usted.

Por lo mismo, me apresuré a tranquilizarla respecto a mis intenciones. La hablé con la elocuencia del sentimiento, con su forma poética, porque estaba seguro de ser comprendido por ella: con toda la espontaneidad de mi franqueza y de mi desinterés, y logré que Amparo se tranquilizase completamente. ¡Ah! me dijo con los ojos arrasados de lágrimas: ¡Dios se lo pague a usted!

Julia no se movió. Primero fingió no haber oído. Después fijó lentamente en Oliverio el esmalte azul oscuro de sus pupilas sin llama, y luego que le hubo mirado por algunos segundos de una manera capaz de desarraigar hasta la firme constancia de su primo, me dijo poniéndose de pie: ¿Quiere usted acompañarme junto a mi hermana? Hice lo que ella quería y me apresuré a reunirme con Oliverio.

A todo esto la muñeca seguía en el suelo inmóvil también, pero sin mostrar en modo alguno sorpresa, pesar, terror, ni siquiera vergüenza de su situación poco decorosa. Me apresuré a levantarla, cogiéndola, si mal no recuerdo, por una pierna, y me informé minuciosamente de si había padecido alguna fractura u otra herida grave. No tenía más que leves contusiones.

Palabra del Dia

bagani

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