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Actualizado: 4 de junio de 2025


A los trece del pasado el Duque de Lerma hizo á Sus Magestades una grande fiesta en el cuarto, donde pasa en Palacio en ciertos aposentos y galerias que tienen alli muy buenas.

Por el patrón supe que se levantaban con estrellas e iban a la iglesia a oír la misa de alba y hacer sus oraciones: después bebían el agua y se retiraban a sus aposentos. Sólo una que otra vez tornaban al manantial antes de almorzar. No por qué me molestó un poco no haberlas tropezado; tal vez por ser las únicas personas que allí conocía.

En cambio el historiador ni crea a sus personajes, ni posee una llave mágica para penetrar en su corazón, para escudriñar los aposentos de su cerebro, y para descubrir y mostrarnos sus intenciones, sus sentimientos y sus propósitos.

Y, sin embargo, cuando por cualquier medio o estilo acertamos a penetrar en las profundidades del corazón y en los más apartados y obscuros aposentos del cerebro del personaje al parecer más insignificante, todo suele cambiar de aspecto en la idea que formamos de él, ya que descubrimos allí multitud de pensamientos maravillosos y de soberanas aspiraciones, y un mar tempestuoso de apasionados sentimientos, que ora sean buenos, ora sean malos, si llegan a ser grandes, dan valer e importancia a la persona que los concibe e inspiran hacia ella un interés acaso mayor del que nos han inspirado los más famosos varones al saber sus altas hazañas o al leer sus inmortales escritos.

Allí tuvieron su colegio los Jesuitas hasta su expulsion en 1847. Al recorrer los vastos corredores, las soberbias escaleras y los innumerables salones y aposentos del edificio, no puede uno ménos que admirar el talento y la prevision con que la tenaz Compañía sabe establecer donde quiera su residencia y hacerla seductora para la tierna juventud y la infancia.

Salió preocupado, inquieto: en algunos días no pudo quitar de el malestar de aquella entrevista. Pero el amor prendía fuego rápidamente en todos los aposentos de su alma y consumió al fin aquel último resto de preocupación. Estaba profundamente enamorado. Y como siempre acaece, a la par que crecía su amor aumentaba también su timidez.

Tenía el Cabildo de esta ciudad en este teatro tres aposentos propios para asistir á las comedias sus capitulares, con gran autoridad, en sus bancas cubiertas de terciopelo carmesí, que se repetirá en su restauración. Sevilla, 1582. Probablemente este Francisco de la Cueva es el mismo escritor á quien Lope de Vega dedicó su comedia La mal casada. Ximeno, Escritores del reino de Valencia, lib.

El hijo miraba con una curiosidad malévola la cabeza temblorosa y cana de la madre; recordaba las cosas insensatas que le decía en el camino, y pensaba que estaba loca; que abajo, en los aposentos cerrados, había locos; que su hermano, que acababa de morir, estaba también loco, y no paraba de inventar historias ridículas, viendo enemigos por todas partes, figurándose que se le perseguía a cada paso. ¡El pobre desgraciado se imaginaba tener enemigos! ¿Qué hubiera dicho si, en efecto, los hubiera tenido como él, el escritor, reales, poderosos, implacables, infatigables, que no retrocedían ante la calumnia y la denuncia?

¡A ese, a ese! dije sintiendo que se me despejaban un tanto los aposentos altos. Cuente usted conmigo. Currito Báez, que así se llama el jerezano, es un necio presumido y matasiete, que con todo el mundo arma camorra. Deseo tener cuestión con él. Le provocaremos. ¡Le provocaremos, , señor; le provocaremos!

Maxi se ponía tan nervioso, que a veces tenía que salirse de la cama y del cuarto. Lo que más le incomodaba era que a la mañana siguiente el cura sostenía que no había dormido nada. Indicó a doña Lupe que le librara de este martirio poniendo a Nicolás en otra habitación. ¿Pero dónde, si no había más aposentos en la casa?

Palabra del Dia

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