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Actualizado: 3 de junio de 2025


Sr. D. Fernando: y siendo cierto que el dicho D. Alfon habia dado armas á los moros; y en cuanto á la prision de los canónigos que hizo el referido, era notorio, y que los tuvo presos en su villa de Cañete mas de medio año, y siendo tambien cierto que se habia apoderado de la torre de la santa iglesia tomándole al rey lo que tenia en ella, y usurpando las rentas reales que S. M. tenia en la ciudad, y echándole varias imposiciones en ella y su tierra; y siendo tambien cierto y notorio que habia quemado las casas de dicho señor obispo, y que combatió y tomó por fuerza los alcázares reales; y careciendo de toda verdad lo alegado para justificar las imposiciones echadas sobre el estado eclesiástico, como tambien el que sobre este punto se habian comprometido con la ciudad, y que las imposiciones eran contra los moros, pues antes eran en favor de ellos; y siendo cierto que el dicho D. Alfon habia sacado violentamente mucha gente de la iglesia, como que prendió dos clérigos beneficiados de ella porque llevaban las acémilas del obispo, las que le quitaron; y siendo cierto que en el mismo dia que fué electo dicho señor obispo lo robaron y asaltaron los alcázares, como tambien que dicho D. Alfon y Pedro de Aguayo lo echaron de la ciudad; denegaba su ilustrísima la apelacion interpuesta

Mientras uno bogaba moviendo unos remos cortos como palas, otro, acurrucado en la popa por el frío de las continuas inmersiones, rugía a todo pulmón: «¡Caballero, eche dos marcos, y los alcanzo!». «¡Caballero, cinco marcos, y paso por debajo del buque!» «¡Caballero... caballeroEra un griterío que emergía incesantemente a ras del agua; una continua apelación al «caballero» para que pusiese a prueba la agilidad natatoria de la pillería del puerto.

Tres meses después ganamos el pleito, y por los terrenos que, ya sin apelación posible, eran propiedad de las dos, nos ofrecían cinco millones. Fui a consultar a Richard. «Rehusad, y esperad; si os ofrecen esa suma, es porque los terrenos valen el doble.

Y junto con ella otra del mismo que habia respondido al Marques, en la que decia: que habia entendido todas las cosas, y que la apelacion que se le habia entredicho ó negado al Rey de la tierra, la habia de pedir con tanta mayor confianza al Rey del cielo, de cuya apelacion ninguno ha de ser privado.

¡Yo no quiero morir!... ¡No debo morir!... ¡Soy inocente! Siguió gritando su inocencia, sin dar otra prueba que el desesperado instinto de su conservación. Con la credulidad del que desea salvarse, aceptó todos los consuelos problemáticos de su defensor. Quedaba el recurso de apelar á la gracia del presidente de la República: tal vez la indultase... Y firmó esta apelación con repentina esperanza.

Ramiro llegó de Salamanca el domingo 16 de febrero de 1592, dos días después de publicadas las sentencias. El Canónigo fue a visitarlo y enumerole una a una las condenaciones. No pareció muy satisfecho al decirle que a don Enrique Dávila y al licenciado Daza les habían otorgado la apelación. En cuanto a don Diego, sería ajusticiado al siguiente día.

Cuando estuvieron las dos víctimas atadas y con las espaldas desnudas, el ejecutor de la justicia, el mozo de la boina a rayas, se remangó el brazo y cogió una vara. El maestro de escuela, suplicante, imploró: ¡Pero si todos somos unos! El exguerrillero no dijo nada. No hubo apelación ni misericordia.

Palabra del Dia

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