Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 6 de junio de 2025
Mas al trasponer la puerta exterior, una mujer del pueblo, que sin duda me aguardaba, vino a mi encuentro, diciéndome con el acento exagerado de la plebe andaluza: Señorito, perdone su mersé. ¿No e su grasia don Seferino? Ceferino me llamo respondí mirándola con sorpresa.
Hasta parece que, deseoso de visitar París, pidió pasaporte para volver por Francia. No lo consintió S. M., y para evitar la tardanza escribió la siguiente carta, en que revela muy a las claras, conocer la calma andaluza del inmortal sevillano.
Del firmamento caía una lluvia de estrellas que no llegaban al suelo jamás, y las praderas elevaban hacia él su voz suave y monótona, formada por los suspiros de millones de insectos que en el fondo de sus pequeños agujeros también se estremecían, como yo, de amor y de dicha. ¡Hermosa noche andaluza: mientras me quede un soplo de vida vivirás impresa en mi corazón!
Navegó entre rugientes tempestades por el océano; paseó entre naranjos por las playas de Levante; subió las escaleras de los palacios y se sentó en la mesa de los poderosos; bajó á las cabañas de los pobres y compartió su pan amasado con lágrimas; se estremeció de amor por las noches bajo la reja andaluza; elevó plegarias al Altísimo en el silencio de los claustros; cantó enronquecida y frenética en las zambras.
Era Jacobo, gallardamente embozado en una capa andaluza con vueltas rojas, y cubierta la cabeza con un sombrero hongo de color claro; torció la esquina sin fijarse en el coche y comenzó a subir por la calle ya más despacio, examinando las casas atentamente.
Yo que, guiado por el amor, había penetrado de golpe en lo más íntimo y profundo de aquella naturaleza ardorosa, perfumada, palpitante, dejando perderse en ella mi ser antiguo, grave y soñador, de hombre del Norte; yo, que aspiraba y recogía por todos los poros la vida andaluza, como si aquella fuese mi patria verdadera y a la cual fuera restituido después de muchos años de ausencia, me encontraba ahora despegado, solitario.
Con este arreglo, con esta industria, y con el ánimo consagrado siempre a aumentar y a no disminuir sus bienes, sin permitirse el lujo de casarse, ni de tener hijos, ni de fumar siquiera, llegó D. Gumersindo a la edad que he dicho, siendo poseedor de un capital, importante sin duda en cualquier punto, y aquí considerado enorme, merced a la pobreza de estos lugareños y a la natural exageración andaluza.
Si al penetrar con el lector en las demas provincias españolas me detendré mucho en pormenores, porque ellos son todo en la region goda, andaluza y vascongada, al indicar mis impresiones recogidas en Cataluña tengo que reducirme á la fisonomía general del pais, que revela todas las condiciones.
Sevilla entera se alegró; dio un suspiro de descanso, exclamando: ¡Al fin la hemos casado! Aquí dan comienzo las desdichas del héroe de nuestra historia. Tan pronto como la noble doncella andaluza pisó los umbrales de la casa de Rivera, tomó las llaves de los armarios y se encargó de su dirección, tuvo a bien arrojarle el guante.
¡Vaya una grasia mohosa!... Pero, hombre, ¿tienes la desvergüenza de quejarte? ¿De cuándo acá el pie de una andaluza puede hacer daño al de un gallego? Y era verdad. Aunque sus pies diminutos hubieran bailado sobre los míos, creo que no me harían daño. Por otra parte, nadie reparaba en nosotros, y podíamos bailar lo mal que quisiéramos sin llamar la atención.
Palabra del Dia
Otros Mirando