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Actualizado: 15 de julio de 2025
Me meto por una puerta, al acaso, y me encuentro rodeado de una camada de bohemios, amontonados bajo los arcos de un patio morisco. Ese patio es una dependencia de la mezquita de Milianah; es el refugio habitual de la piojería árabe, y se llama el patio de los pobres. Grandes y escuálidos lebreles, llenos de miseria, se acercan dando vueltas en torno mío con aire amenazador.
Unos yacían amontonados; otros seguían bebiendo y cantando con voces roncas y destempladas; los había en estado de verdadero delirio, que se peleaban como fieras, dándose furiosos puñetazos en las peladas cabezas, mientras que otros, que no habían perdido del todo los sentidos, se entregaban al juego en medio de atronador vocerío.
Luego corrió francamente, al considerar que estaba solo en la calle y el otro había desaparecido doblando la esquina. Cuando Ferragut salió al muelle, pudo ver cómo se alejaba con un paso elástico que casi era una fuga. Había ante él una cordillera de fardos amontonados, con tortuosos desfiladeros. Iba á perderlo de vista: le sería difícil encontrarle un minuto después.
En una extremidad de dicha habitación había cierto número de barriles, amontonados unos sobre otros, y llenos de líos de documentos oficiales, de los cuales gran número yacía también en el pavimento. ¡Tristeza causaba pensar en los días, y semanas, y meses y años de trabajo que se habían empleado en esos papeles enmohecidos, que eran ahora simplemente un estorbo, ó estaban ocultos en un olvidado rincón donde jamás ojos humanos les darían una mirada!
Aquel republicano lloró cuando las puertas de las Ursulinas se cerraron para detener al prisionero. Encontrose mi padre allí con buena y numerosa compañía, puesto que había en aquella cárcel más de doscientos sospechosos de la provincia, amontonados en las habitaciones y los corredores del antiguo convento. Mi padre pidió por todo favor le concedieran para él solo un rincón en el granero.
Sobre el altar veíanse el ara rota, el tabernáculo hundido, y dos bellos ángeles, que a un lado y otro sostenían antes lámparas de plata, levantaban entonces sus manos vacías, crispadas, como anunciando la cólera del Señor... A los pies de la capilla, sobre un confesonario destrozado y varios reclinatorios rotos, hallábanse amontonados trastos viejos, muebles inservibles y el armazón de un teatro en que había representado la condesa, tiempos atrás, unos famosos cuadros vivos.
El gigante se había detenido al llegar al puerto, y la muchedumbre que le seguía se detuvo igualmente. Al ver llegar al Hombre-Montaña huyeron todos los que trabajaban en los muelles trasladando á varios buques mercantes los víveres amontonados para el avituallamiento del ejército y de la flota.
En el primero de esos territorios de la miseria viven amontonados, enhambrecidos y generalmente miserables, mas de novecientos mil individuos.
Era espeluznante ver aquellos grupos de hombres demacrados, con grandes capotes grises, amontonados sobre paja sanguinolenta, llevando uno de ellos el brazo partido sobre las rodillas; otro con la cabeza atada con un pañuelo viejo, y otro, por último, ya muerto, sirviendo de asiento a los vivos, con las manos negras colgando entre las escalas.
Los edificios en llamas evocaban el recuerdo de todos los muebles raros y costosos amontonados en sus dos viviendas y que eran como los blasones de su elevación social. Los ancianos fusilados, las madres de entrañas abiertas, los niños con las manos cortadas, todos los sadismos de una guerra de terror, despertaban la violencia de su carácter. ¡Y esto puede ocurrir impunemente en nuestra época!...
Palabra del Dia
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