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Actualizado: 6 de julio de 2025
De esta manera, y haciéndole algunos regalos, piensa dulcificar las amarguras de la prisión, hasta encontrar una coyuntura favorable para libertarlo, y evitar así que vaya su hermano á la cárcel. Algunas sospechas se suscitan, mientras tanto, contra Don Fernando, y se presenta á Don Juan para que declare si reconoce en él al matador de Don Pedro.
»Pues tampoco labró toda esta triste y larga plegaria en el corazón de aquella mujer. Según ella, la justicia divina, cuando se dejaba sentir, hería en lo más sensible. Por eso me había herido a mi donde tanto me dolía. Sería cierto; pero ni aun así creía yo faltar a ninguna ley divina ni humana implorando lo que imploraba al precio de sufrir yo sola todas las amarguras decretadas para las dos.
Por lo demás, la pobre niña no gozará esta misma paz tan ponderada. Que la unión de dos corazones inertes y de dos imaginaciones heladas engendre el reposo de la nada, lo concedo; pero la unión de la vida y de la muerte no puede sostenerse sin una violencia horrible y sin perpetuas amarguras.
A las amarguras de la pobreza se juntaron en mi pobre tía otras mayores: las que le causaba ver que su hermana trabajaba del día a la noche, sin que ella la pudiese ayudar. Tía Pepa hacía flores, cosía, y daba lecciones de lectura y de catecismo a una veintena de niños. No pudieron conseguir que la pensión fuese pagada.
La hambre te acosa, i no encontrarás dineros para remediarla, porque los pocos con que vas pasando menos trabajosamente las amarguras de la vida, se sepultan para siempre en las ferradas i escondidas arcas de los judíos.
Y porque importa saber lo que el familiar y doña Guiomar hablaron, y lo que hablaron doña Guiomar y su doncella, de ello se va a dar cuenta en el capítulo siguiente. En que se ve cuán dura tenía la Inquisición la mano, aun para sus familiares, y cuánta fuerza, cuánta virtud y cuánta prudencia doña Guiomar para encubrir sus amarguras.
Preciosísima y blanca perla del mar de Oriente, edén esplendoroso de refulgente sol: yo te saludo ansioso, y adoración ardiente te rinde el alma mía, que es su deseo vehemente verte sin amarguras, sin el yugo español.
¿Porqué ha de ser la vida cadena de amarguras? ¿porqué todos nosotros hemos de padecer? Dime, ¡oh rey de los astros que radiante fulguras! ¿porqué gime lloroso el infante al nacer? Contemporáneo. Posee el título de abogado. Tus lágrimas enjuga, amada mía, y escucha los gemidos del amante que te alza una rosa lacerante en cada estrofa de su poesía.
¡Ah, hermano... hermano! dijo Esteban con expresión de cariñoso reproche . ¿De qué te ha servido tanto leer periódicos y libros? ¿Para qué ese deseo de arreglar lo que está bien, o si está mal no tiene arreglo posible...? De seguir tranquilamente tu camino, serías beneficiado de la catedral, y ¡quién sabe si te sentarías en el coro, entre los canónigos, para honra y amparo de la familia...! Siempre tuviste mala cabeza, por lo mismo que eres el más listo de entre nosotros. ¡Maldito talento que a tales miserias conduce...! ¡Lo que yo he sufrido, hermano, enterándome de tus cosas! ¡Cuántas amarguras desde la última vez que pasaste por aquí!
Jacques ignoraba en absoluto la tremenda prueba por que acababa de pasar la de Sardonne, prueba cuyas amarguras desgarraban todavía su alma con toda la crueldad de una pesadilla.
Palabra del Dia
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