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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Un amigo de casa, que nos visita todos los días, D. José María de Malespina, también recibió un ligero rasguño en la mano derecha al ocultarse detrás de un armario. ¿Y las señoras? Oí decir que una sobrinita de la Sra. Marquesa... o sobrinita de Su Excelencia, no estoy bien seguro, había venido de Madrid con objeto de acompañarlas. No contestó Amaranta, mirando al suelo.
Cuidado con que te desmandes, y mal instruido por esta pícara condesa, vayas ahora a deshacerte en requiebros, y desbaratarte en suspiros y fundirte en lágrimas... Los niños a la escuela. ¡Qué cosas tiene esta Amaranta!
Ya pueden los que me escuchan reírse cuanto quieran del traje, si bien no lo harán de la persona porque saben que no lo tolero. Está muy bien dijo Amaranta . Está muy bien ese traje, y sólo las personas de mal gusto pueden criticarlo. Señores, ¿cómo quieren ustedes ser buenos españoles sin vestir a la antigua?
Cuando volvimos a la sala, Amaranta me dijo: Desde que doña María y la marquesa decidieron que no viniera Inés, parece que falta algo en esta tertulia. Aquí no hacen falta niñas, y menos la condesa de Rumblar, que con sus remilgos impedía toda diversión. Nadie se había de acercar a la niña, ni hablar con la niña, ni bailar con la niña, ni dar un dulce a la niña.
Vas a casa al momento, y dices a Amaranta, que si quiere ver a Inés y aun hablarla, vaya a las Cortes. Ella tiene cédula para la tribuna. ¿Qué dice usted? exclamé con asombro . ¿Que Inés está en las Cortes? Sí, se han plantado en San Felipe las tres niñas beatas. ¿Qué te parece?
Yo, sin decir nada, procuraba al mismo tiempo que contenía la risa, corroborar con mis actitudes y miradas lo que la condesa decía. Doña Flora, confundida entre la turbación y la ira, miraba a Amaranta y al esperpento, y como viera a este con el color mudado y los ojos chispeantes de enojo, turbose más y dijo: Qué bromas tiene la condesa, Sr. D. Pedro ¿quiere usted tomar un dulcecito?
Sr. de Quintana, usted me proporcionará un palco o un par de lunetas. ¿Y se paga, se paga? No, amiga mía dijo Amaranta burlándose . La nación enseña y pone al público gratis sus locuras. Usted le dijo Quintana sonriendo será de nuestro partido.
Ya hay quien dice que los diputados deben vestirse como los alguaciles en día de pregón de Bula, y no falta quien sostiene que todo cuanto se hable, proponga y discuta en la Asamblea, debe decirse en verso. Pues de ese modo sería precioso afirmó doña Flora. En efecto dijo Amaranta y como se reúnen en un teatro la ilusión sería perfecta. Prometo asistir a la inauguración. Yo no faltaré.
Allí ni un instante de reposo, allí ni siquiera noticias de Cádiz, allí ni la compañía de lord Gray, ni cartas de Amaranta, ni mimos de doña Flora, ni amenazas de D. Pedro del Congosto. Dentro de Cádiz, el sitio era una broma y los gaditanos se reían de las bombas.
Amaranta y la condesa permanecieron allí, y D. Pedro, como hombre galante no las dejaba de la mano. Gabriel me dijo Amaranta es preciso que te decidas a trocar tu uniforme a la francesa por este español que lleva nuestro amigo.
Palabra del Dia
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