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Actualizado: 6 de junio de 2025
El argumento de la comedia que se representaba estaba sacado de las aventuras de Amadís de Gaula; los papeles eran desempeñados por los señores y damas principales de la corte, contándose entre ellas la misma Reina; en cuanto el Rey aparecía y tomaba asiento en el trono, dispuesto delante de la escena, saludábalo una música.
Y era que cuál sería mejor y le estaría más a cuento: imitar a Roldán en las locuras desaforadas que hizo, o Amadís en las malencónicas.
Es lo cierto que mi padre, a pesar de la reputación que tiene de ser por lo común poco respetuoso y bastante profano con las mujeres, trata a ésta con un respeto y unos miramientos tales, que ni Amadís los usó mayores con la señora Oriana en el período más humilde de sus pretensiones y galanteos: ni una palabra que disuene, ni un requiebro brusco e inoportuno, ni un chiste algo amoroso de estos que con tanta frecuencia suelen permitirse los andaluces.
Tuvo muchas veces competencia con el cura de su lugar -que era hombre docto, graduado en Sigüenza-, sobre cuál había sido mejor caballero: Palmerín de Ingalaterra o Amadís de Gaula; mas maese Nicolás, barbero del mesmo pueblo, decía que ninguno llegaba al Caballero del Febo, y que si alguno se le podía comparar, era don Galaor, hermano de Amadís de Gaula, porque tenía muy acomodada condición para todo; que no era caballero melindroso, ni tan llorón como su hermano, y que en lo de la valentía no le iba en zaga.
Y uno déstos fue Amadís, cuando, llamándose Beltenebros, se alojó en la Peña Pobre, ni sé si ocho años o ocho meses, que no estoy muy bien en la cuenta: basta que él estuvo allí haciendo penitencia, por no sé qué sinsabor que le hizo la señora Oriana. Pero dejemos ya esto, Sancho, y acaba, antes que suceda otra desgracia al jumento, como a Rocinante. -Aun ahí sería el diablo -dijo Sancho.
-No, señor -dijo el barbero-, que también he oído decir que es el mejor de todos los libros que de este género se han compuesto; y así, como a único en su arte, se debe perdonar. -Así es verdad -dijo el cura-, y por esa razón se le otorga la vida por ahora. Veamos esotro que está junto a él. -Es -dijo el barbero- las Sergas de Esplandián, hijo legítimo de Amadís de Gaula.
Quiso, no obstante, la suerte ó sea el orden providencial ó fatal que llevan los sucesos históricos, que el idioma de Castilla prevaleciese: que, aun antes de llegar á la unidad de que he hablado, presentase los títulos de su hegemonía y de su imperio, como son el Poema del Cid, los versos del arcipreste de Hita, Las Partidas, la Crónica general y El Conde Lucanor; y que, después de formada la unidad, corroborase su imperio con otros títulos soberanos: con el Amadis, con La Celestina, con Garcilaso y Herrera, con ambos Luises, con Cervantes, con historiadores como Mariana y con nuestro, fecundísimo y rico Romancero y con nuestro original y maravilloso teatro.
Si no, díganme: ¿cuántas historias están llenas destas maravillas? ¡Había, en hora mala para mí, que no quiero decir para otro, de vivir hoy el famoso don Belianís, o alguno de los del inumerable linaje de Amadís de Gaula; que si alguno déstos hoy viviera y con el Turco se afrontara, a fee que no le arrendara la ganancia!
Compiten con sus virtudes 915 Sus gracias y perfecciones. ¿Que tantas persecuciones, Visitas, solicitudes, Celos, desvelos, requiebros, Tengan por premio su olvido, 920 Hasta verme convertido, De Amadís, en Beltenebros? No he visto tales aceros. Conde, no habéis de cansaros; Que el estado de estimaros 925 Ya es principio de quereros.
Luego, por el mismo continente, llegó otro carro; pero el que venía sentado en el trono no era viejo como los demás, sino hombrón robusto y de mala catadura, el cual, al llegar, levantándose en pie, como los otros, dijo con voz más ronca y más endiablada: -Yo soy Arcaláus el encantador, enemigo mortal de Amadís de Gaula y de toda su parentela. Y pasó adelante.
Palabra del Dia
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