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Actualizado: 6 de junio de 2025
En este caso es dable decir del comento erudito lo mismo que del filosófico: a saber, que dicho comento cabe tanto como en el FAUSTO en el Quijote. También en el Quijote hay quien investigue si tal pasaje se tomó del Amadís o del Orlando, si tal cuento o sentencia proviene de Conon sofista o de la Leyenda áurea.
Hay motivos para extrañar que el poeta haya llevado á la escena los singulares cuentos de los libros de caballería, y en este concepto se ha observado, en son de burla, que los héroes gigantes y damas encantadas de Amadís y de Esplandián se habían refugiado en el teatro después de expulsarlas Don Quijote de los libros; pero tampoco es posible negar que Calderón ha mejorado esas invenciones desordenadas y fantásticas de los antiguos romances, revistiéndolas de verdadera y más brillante poesía.
Hállanse en la Biblioteca del duque de Osuna las comedias de Cristóbal de Monroy, tituladas Celos, industrias y amor, Lo que pasa en un mesón y No hay amor donde hay celos, con licencias de 1640, 1643 y 1644. No hay más saber que salvarse lleva la fecha de 1648. /* Bien se ve que venís Al uso de Andalucía, Donde viven todavía Las finezas de Amadís. */
Y, porque no es bien que te tenga más suspenso, esperando en lo que han de parar mis razones, quiero, Sancho, que sepas que el famoso Amadís de Gaula fue uno de los más perfectos caballeros andantes. No he dicho bien fue uno: fue el solo, el primero, el único, el señor de todos cuantos hubo en su tiempo en el mundo.
-Con todo eso -dijo el caminante-, me parece, si mal no me acuerdo, haber leído que don Galaor, hermano del valeroso Amadís de Gaula, nunca tuvo dama señalada a quien pudiese encomendarse; y, con todo esto, no fue tenido en menos, y fue un muy valiente y famoso caballero. A lo cual respondió nuestro don Quijote: -Señor, una golondrina sola no hace verano.
Sin embargo, las novelas fantásticas caballerescas que excitaron mayor interes, fueron las que contaban las aventuras de un linaje de caballeros de la numerosa familia de Amadís.
Digo, pues, salvo vuestro buen parecer, señor maese Nicolás, que éste y Amadís de Gaula queden libres del fuego, y todos los demás, sin hacer más cala y cata, perezcan. -No, señor compadre -replicó el barbero-; que éste que aquí tengo es el afamado Don Belianís.
Ya soy enemigo de Amadís de Gaula y de toda la infinita caterva de su linaje, ya me son odiosas todas las historias profanas del andante caballería, ya conozco mi necedad y el peligro en que me pusieron haberlas leído, ya, por misericordia de Dios, escarmentando en cabeza propia, las abomino. Cuando esto le oyeron decir los tres, creyeron, sin duda, que alguna nueva locura le había tomado.
Son estas tres obras que exceptúo La Celestina, las Coplas de Jorge Manrique, y El Amadis, en su última forma definitiva. No seré yo de aquellos á quienes condena el Sr.
Crónica de Alfonso XI, págs. 177 y siguientes; Madrid, 1787. Ya las Siete Partidas hablan de las obligaciones de los caballeros de tal suerte, que nos hacen acordarnos de Amadís ó de Palmerín de Inglaterra. El caballero debe usar vestidos limpios y brillantes, y en las ciudades largo manto que los envuelva, para inspirar al pueblo mayor respeto.
Palabra del Dia
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