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Actualizado: 11 de mayo de 2025
Pero tenía un amigo periodista. Los periodistas son buenos, son sencillos, son amables. Y este periodista que, como es natural, tampoco tenía dinero publicó en su periódico un suelto en que demandaba la caridad para su amigo. Cuando salió el periódico, mucha gente leyó el suelto y no hizo caso; pero hubo tres hombres que sacaron un cuadernito pequeño y apuntaron las señas.
En aquel país de pájaros y de frutas los hombres eran bellos y amables; pero no eran fuertes. Tenían el pensamiento azul como el cielo, y claro como el arroyo; pero no sabían matar, forrados de hierro, con el arcabuz cargado de pólvora. Con huesos de frutas y con gajos de mamey no se puede atravesar una coraza. Caían, como las plumas y las hojas.
1.º El calavera debe tener por base de su ser lo que se llama talento natural por unos; despejo por otros; viveza por los más: entiéndase esto bien; talento natural: es decir, no cultivado. Esto se explica: toda clase de estudio profundo, o de extensa instrucción, sería lastre demasiado pesado que se opondría a esa ligereza, que es una de sus más amables calidades.
Nélida mostrábase inquieta y displiciente, como si para ella fuese un tormento permanecer al lado de su madre. Por detrás de la cabeza de ésta hacía señas a Fernando; le hablaba con el movimiento silencioso de sus labios. «Vámonos: déjala.» Pero él no podía obedecer, retenido por las palabras amables y las miradas de la señora, que se enfrascaba en un elogio de las cualidades de su hija.
Las palabras serias son casi siempre inútiles. En el verano pasado usted decía, cuando menos seguro estaba de mí, empleando un lenguaje florido para conquistarme. «No hay palabras inútiles cuando es usted quien las pronuncia...» ¿Por qué no dice ahora lo mismo? ¡Bastante me ha reprochado mis amables palabras!
A la buena amistad con que me favorece el Sr. D. José María de Valdenebro, facilitando los medios para la impresión de este volumen, débese su salida á la plaza pública; sin sus amables oficios, seguramente yo no lo habría dado á la estampa.
Recogí el sombrero, me lo puse, y volví a alzar la cabeza y a remitir otra sonrisa, acompañada esta vez de un ligero saludo. Pero mi agresor seguía inmóvil y aterrado sin darse cuenta ni poder explicarse las amables disposiciones en que su víctima se hallaba.
Y colocado ya el asunto en esta pendiente, y rodando las cosas por su propio peso, un día, a fin de entretener mejor los largos intervalos entre fiesta y fiesta, los amables y agradecidos marqueses de Montálvez hicieron saber a sus íntimos que todos los jueves se quedaban en casa. Y se quedaron en ella todos los jueves, conforme a lo prometido.
No era, sin embargo, un ángel; encontraba bonitas y graciosas a las muchachas de Souvigny, y cuando le permitían que les dijera frases amables, las decía con gusto, pero en cuanto a tomar por amor fantasías pasajeras, que no dejaban en su corazón la más leve o superficial agitación, nunca lo había pensado. Pablo de Lavardens poseía maravillosas facultades de entusiasmo e idealización.
Yo que creía interrumpió Isidro que estos conferencistas eran unos amables burlones, que después de explotar la credulidad americana se reían de ella...
Palabra del Dia
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