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Actualizado: 11 de mayo de 2025
Así: «cultivan», como si fuera muy hermoso y muy digno entregarse a todas las apatías y contaminar a cuantos nos rodean con la baba de nuestras tristezas o de nuestras preocupaciones, en vez de levantar el espíritu, por el propio esfuerzo, y simular, si es necesario, una alegría que nos haga amables o cuando menos que no nos convierta en motivo de pena para nuestros íntimos y para cuantos tenemos que frecuentar.
Se cantaba Los Puritanos, y aquél rebosaba de gente; de suerte que nos costó algún trabajo introducirnos y escalar uno de los rincones; pero al cabo llegamos. Teresa se encontró admirablemente y me pagaba los trabajos que había pasado para llevarla hasta allí con mil sonrisas y palabras amables.
Yo creía que los franceses no gustaban más que de romances y de contradanzas. ¿Qué queréis, tío? respondió Arias . Los silfos de los jardines de Lutecia se han convertido en gnomos teutónicos de la Selva Negra. No por eso son más amables añadió la marquesa. Rafael, huyendo del mayor, se intercaló en los grupos que formaban los tertulianos.
Maldijo con todo su corazón las amables importunidades de año nuevo, pero no dejó traslucir nada de la inquietud que le roía el alma. Todos los que salían de su casa se hacían lenguas de su amabilidad. Y es que tenía un talento bien precioso para una dueña de casa; sabía hacer hablar a todo el mundo.
El profesor y él eran los únicos acompañantes con traje civil; pero aquellos muchachos heroicos y amables le obligaban á presidir el duelo, por ser coronel y compatriota del difunto. Describió el cementerio de Beausoleil, á media falda de la montaña en cuya cumbre está La Turbie.
Los varones, agrios, displicentes, huraños, sombríos; las mujeres, tímidas, asustadizas, amables, pero con amabilidad monjil. La vida como las cosas y las personas.
El recado del guarda, medio en francés, medio en provenzal, que ha traído un mensajero, anunciando que han pasado ya dos o tres buenas bandadas de galejones, de carlotinas, y otras aves de primera, ha producido gran rumor en el castillo. «Vendrá usted con nosotros», me han escrito mis amables vecinos.
Al entrar en la pieza, echó una mirada sobre su hijo y le dijo: ¡Cómo es eso, señor! ¿Tampoco vos habéis almorzado? No cambiaron ninguno de esos saludos amables de la mañana, no porque hubiera entre ellos alguna enemistad, sino porque la flor suave de la cortesía no prosperaba en residencias como la Casa Roja. Sí, mi padre, he almorzado; pero os esperaba para hablaros.
Me ocurre echarlas al fuego para entretenerme en ver las llamas que las devorarían en pocos minutos; pero me es imposible resistir al deseo de que sean conocidas estas memorias, escritas por un pobre muchacho, admirador incondicional de aquellos escritores gallardos y de aquellos poetas amables y sentidos que fueron delicia de nuestros padres.
¿No te digo que estaba muy inquieto por ti? Se comenta ahora mucho la guerra de esta casa.... Déjalos que estén en guerra.... Pero tú padeces. Yo estoy tranquila, Salvador; en todas partes tendría que sufrir. ¿Y por qué, hija? Ella volvió a inclinar la frente y, otra vez, eludiendo una explicación, dijo: Estos días están muy amables conmigo. ¿Estos días solamente?...
Palabra del Dia
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