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Actualizado: 20 de junio de 2025
Apresuradamente, como si fuese un ser único animado por un solo soplo vital, y tuviese por voz la banda de música que aturdía el ambiente con himnos y más himnos, adelantábase la palpitante masa humana; y empujadas por la compacta muchedumbre, las banderas, coronadas de flores, vacilaban cual si estuviesen ebrias, y tan pronto daban traspiés y se inclinaban acá o acullá, como tornaban a erguirse rectas y altivas.
Al pensar que mientras su espíritu en los últimos once años bajaba y subía en perpetua agitación, desde el cielo hasta el infierno, ellas habían estado allí altivas, felices, contemplando noche y día el firmamento augusto, una envidia sorda se apoderaba de su corazón y comenzaba á nacer en él un deseo vivo, irresistible, de reposo.
Y canta en tu loor, oh lengua hispana, del pensamiento alada mensajera, que fulguras, cual límpida custodia de la eterna Verdad, en las conciencias, como el sol en las cúspides altivas donde la tromba y el ciclón fermentan, como el anhelo indígena que fulge en el blasón astral de mi bandera.
El, cuando daba cuenta de tales tratos a Piscis o a algún otro amigo, sonreía como hombre de mundo; afirmaba que estas mujeres irascibles y altivas, son las que más deleites proporcionan a los hombres, sobre todo a los que como él estaban ya un poco gastados. Después que hicieron las paces, o por mejor decir, después que Valentina otorgó la paz, hubo un cuchicheo que duró no sabemos cuánto.
Y abría sus manos crispadas como si arrojase algo en el suelo, sin arrojar nada: acompañando sus manotones de aire con muecas altivas, cual si realmente rodase el dinero por tierra. Don Fernando intervino, colocándose entre el aperador y la bruja. Ya había dicho bastante: debía callar.
No me sentía capaz de inspirar amor tan desinteresado a quien la ambición seduce y sonríe, halaga la fortuna, y quieren y miman en Madrid, a lo que aseguran, las más altivas y bellas mujeres. No pensaba yo tampoco que así, de repente, pudiese enamorarse un hombre con tal desinterés. Pues no lo dudes: don Jaime te ama de esa manera. Dime tú si le correspondes. No sé qué contestar.
Tú eres como esas águilas altivas, que más se elevan en las nubes altas cuando roza sus plumas el relámpago y estallan en su frente las borrascas. El choque engendra luz; por eso libras contiendas con la pluma o con la espada; brota el rayo del choque de dos nubes y al golpe del martillo el fuego salta...
Vanidad pudo ser de los Romanos, no querer condecorar con su nombre a los vencidos hebreos, mas la piedad de la Nobleza Mallorquina no hizo punto de estas ceremonias altivas, antes apreció más lo piadoso que la vanidad de esta gloria. Y a la verdad, a quien veían que admitía por hijos suyos el mismo Dios en el bautismo, cómo podían desdeñarse de participar su apellido?
Grandes y negras patillas ó retorcidos bigotes, cuerpos robustos, cabezas altivas; un poco de petulancia en todas las miradas y de benevolencia en todas las sonrisas; la conversacion siempre ruidosa; el cigarrillo en todas las bocas, apoyado con gordas interjecciones por via de puntuacion; riqueza de fantasía y de proyectos; inclinaciones heróicas y poca formalidad: tal es el conjunto de circunstancias sobresalientes.
Los hombres se miraban con torvo ceño, las mujeres pataleaban y chocaban las manos, con la mirada perdida en una estúpida vaguedad, como si la música les vaciase el cráneo. Las bailadoras ondulaban como serpientes erguidas. Tenían la boca apretada, la mirada dura, graves, altivas, inabordables, como bayaderas que estuviesen actuando en un rito sagrado.
Palabra del Dia
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