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Actualizado: 17 de mayo de 2025


Un kalán con una olla, un almirez y un kalíkut para triturar el buyo eran sus únicos muebles como para indicar que el viejo vivía al borde mismo del sepulcro y allí cocinaba. Aquel era Matusalem en la iconografía religiosa de Filipinas: su colega y quizás contemporáneo se llama en Europa Noël y era más risueño y más alegre.

El lecho estaba como lo había dejado la agonía, y la almohada con la señal de lo que ya no volvería a cavilar y a soñar sobre su blandura. Los botes de medicinas, el penado, el almirez, las tazas, las vendas, todo había quedado revuelto y confundido sobre los muebles, haciendo pensar en la ansiedad de la lucha postrera.

Un almirez, un morterito de piedra, una retorta, un alambique, un tarro de sanguijuelas, unas cuantas onzas de goma, linaza, achicoria y raíz de altea, unos frascos vistosos, vacíos los más y pocos con droga, y pare de contar... Es cuanto necesitamos. Créame su paternidad. Con cuatro simples, en un verbo le pongo yo la primera botica de Lima.

Con estas y otras prevenciones comenzamos a volver y cobrar algún aliento; pero nunca podían las quijadas desdoblarse, que estaban magras y alforzadas; y así se dió orden que cada día nos las ahormasen con la mano de un almirez. Levantámonos a hacer pinicos dentro de cuarenta días, y aún parecíamos sombras de otros hombres; y en lo amarillo y flaco, simiente de los padres del yermo.

Escribiéndole cartas a la novia. Mentira... ¿yo...? Quita allá, enredadora... Volvió a su cuarto, llevando la mano del almirez, y echada otra vez la llave, tapó el agujero con un pañuelo. «Ella no mirará; pero por si se le ocurre...». El tiempo apremiaba y doña Lupe podía venir. Cuando cogió la hucha llena, el corazón le palpitaba y su respiración era difícil.

Me guardaré un poquito hasta que entre en su casa... Ya llega, abre su puerta. Ahora me escabullo, y Dios me acompañe. Debiera llevar algo que duela... ¡Ah!, la llave. Es mejor que la mano del almirez. Con esto y las uñas... yo le juro que...».

Igual a ésta es otra, donde se ve un tablero, que sirve de mesa, con un anafe, y encima una olla hirviendo; y tapada con una escudilla, que se ve la lumbre, las llamas y centellas vivamente, un perolillo estañado, una alcarraza, unos platos y escudillas, un jarro vidriado, un almirez con su mano y una cabeza de ajos junto a él; y en el muro se divisa colgada de una escarpia una esportilla con un trapo, y otras baratijas, y por guarda de esto un muchacho con una jarra en la mano, y en la cabeza una escofieta, con que representa con su villanísimo traje un sujeto muy ridículo y gracioso» .

En vez de picar cebolla, machacaba ajos; la mandaron a la tienda por una lata de sardinas y trajo cuatro libras de bacalao de Escocia; rompió una escudilla, y tantos disparates hizo que doña Lupe por poco le aporrea el cráneo con la mano del almirez. «De esto tengo la culpa yo, grandísima bestia, por empeñarme en domar acémilas y en hacer de ellas personas... Hoy te vas a tu casa, a la choza del muladar de Cuatro Caminos donde estabas, entre cerdos y gallinas, que es la sociedad que te cuadra...». Y por aquí seguía la retahíla... ¡Pobre Papitos!

Oyendo lo cual Altisidora, mostrando enojarse y alterarse, le dijo: ¡Vive el Señor, don bacallao, alma de almirez, cuesco de dátil, más terco y duro que villano rogado cuando tiene la suya sobre el hito, que si arremeto a vos, que os tengo de sacar los ojos! ¿Pensáis por ventura, don vencido y don molido a palos, que yo me he muerto por vos?

Allí, más adelante, está una vieja, grandísima hechicera, haciendo en un almirez una medicina de drogas restringentes para remendar una doncella sobre su palabra , que se ha de desposar mañana.

Palabra del Dia

ciencuenta

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