Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 28 de julio de 2025


No por cierto: una encomienda. Mirad, padre. Y Montiño sacó un estuche y le abrió. Pero eso es un collar de perlas dijo el padre Aliaga. Montiño, que no se había repuesto de su turbación, había tomado un estuche por otro, y había mostrado al fraile la alhaja que el duque de Lerma le había dado para seducir á la aventurera con quien se pensaba entretener al príncipe don Felipe.

Cuando llegaron hizo acercar la una, en la cual doña Clara y don Juan entraron y se dirigieron al alcázar. Luego, con la otra silla de manos se fué á la casa donde estaba el padre Aliaga, con lo que había sido Dorotea, abrió, hizo que los ganapanes que conducían la silla le metiesen dentro y se quedasen fuera.

Montiño no pudo comprender el verdadero sentido de la exclamación del padre Aliaga: si era una amenaza para él, ó un deseo íntimo del fraile. ¿Conque decís dijo al fin que yo debo seguir en mi oficio de espía y de corredor para ciertos asuntos del duque de Lerma? . ¿Debo, pues, llevar este collar á doña Ana de Acuña? Indudablemente. ¿Y después debo deciros lo que me haya dicho esa dama? .

Así es que á Montiño no le costó el ver á aquel personaje, terrible por su posición, más trabajo que el de ir al convento de Atocha. El padre Aliaga le conocía personalmente y le habló con suma afabilidad. Sentáos, sentáos, señor Francisco Montiño le dijo y sobre todo quitáos esa capa que debe helaros. ¡Ah, señor! no es la capa la que me hiela dijo el cocinero mayor.

Entre la entonación con que había pronunciado el padre Aliaga la primera vez aquel nombre de mujer, y la entonación con que le había pronunciado la segunda, había la misma diferencia que puede existir entre un recuerdo dulce y tranquilo y una aspiración desesperada.

Y suponiendo que no os engañáis, ni que eres la reina de las reinas, por virtud, por discreción y por hermosura, ni el padre Aliaga, que es casi un santo, ¿qué queréis que haga?

Su bisabuelo había sido, después de Jerónimo de Aliaga, del alcalde Ribera, de Martín de Alcántara y de Diego Maldonado el Rico, uno de los conquistadores más favorecidos por Pizarro con repartimientos en el valle del Rimac. El emperador le acordó el uso del Don, y algunos años después los valiosos presentes que enviaba a la corona le alcanzaron la merced de un hábito de Santiago.

El padre Aliaga no tiene más defecto que ser tonto dijo Quevedo mirando de cierto modo al bufón. Vaya, hermano don Francisco, hablemos con lisura y como dos buenos amigos; ya sabéis vos que tanto tiene de simple el confesor del rey, como de santo el duque de Lerma.

De modo que eran muchos los objetos que llevaban á palacio al confesor del rey, objetos todos enlazados, que reconocían una misma causa: su amor á la reina. Porque nuestros lectores lo habrán comprendido: el padre Aliaga amaba á Margarita de Austria.

Vestía la reina un magnífico traje de brocado de oro sobre azul, tenía cubierto el pecho de joyas, y en los cabellos, rubios como el oro, un prendido de plumas y diamantes. Espera al rey dijo para el padre Aliaga. Y adelantó hacia la reina. Margarita de Austria dejó sobre la mesa un devocionario ricamente encuadernado que tenía en la mano á la llegada del padre Aliaga.

Palabra del Dia

buque

Otros Mirando