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Actualizado: 29 de julio de 2025
Veremos la nieve cuajarse en las calles de arena y formar alfombra. ¡Qué placer hundir los pies en ella!... ¡Y los árboles! ¿cómo estarán los árboles? ¡Qué lindos!... A mí me encanta la nieve... ¿Te atreves a ir?... ¿A que no? Claro que Miguel no se atrevía y que deploraba en el alma aquel raro capricho; pero se avergonzaba de confesarlo.
Un comandante del ejército cuento al caso se hallaba una noche en su casa, y al ir a sacar su pañuelo, rueda sobre la alfombra un magnífico reloj de oro, con un monograma en la tapa. Lo recoge y se echa a cavilar sobre cómo había venido a su poder. ¡Y no daba en bola!
A la casa del enfermo llevan con anticipación de la iglesia lo necesario para disponer un altarito decente, con sitial, ara, candeleros, manteles y alfombra, y si el enfermo está muy de peligro le ponen la Santa Unción, y si no aguardan a que lo esté, y entonces se la administran.
Arriba, en el vestíbulo, nadie: muebles por todos lados, rollos de alfombra y de cuerdas, espejos arrimados a la pared; algunas plantas, maltratadas, tristes en medio del desorden: las puertas abiertas, mostrando el piso desnudo de las habitaciones... el sol, a través de la vidriera, pintaba preciosos cuadritos de color sobre las losas de mármol... allá dentro, se oía mucho bregar y voces y el canto alegre de un canario.
Alejandro, que me comprendió, se echó al suelo largo a largo en mi cuarto, encendimos dos velas, las pusimos sobre la alfombra y comenzamos a formar las dos hileras de guerreros de estaño, una frente de la otra.
Ninguna conversación vale lo que tu silencio, ninguna música lo que tu voz, ningún rumor más suave ni más grato que el de tus menudos pies sobre la alfombra, ningún espectáculo más delicioso que el de tu cabellera rubia cuando la dejas caer sobre la espalda... ¡No busco, no quiero, no necesito más en este mundo! Y al pronunciar estas palabras la estrechaba contra su pecho.
Doña Anuncia se puso en pie al lado de la chimenea pseudo-feudal: dejó caer sobre la alfombra La Etelvina, novela que había encantado su juventud, y exclamó: Señorita... hija mía; ha llegado un momento que puede ser decisivo en tu existencia. La caridad es inagotable, pero no lo son nuestros recursos.
Después venía el ruido rápido que producen las trencillas del corsé al deslizarse por entre los ojetes metálicos; luego caían sobre la alfombra las ropas, con gemir de ola en playa, oíase el murmullo de las frases ahogadas en besos, y en seguida comenzaban esos primores de refinamiento amoroso que condenan los hipócritas y disculpan los sabios. ¡Cómo los recordaba!
El espíritu derramado ardía sobre la alfombra con vagorosa llama. Cándida se ocupaba con presteza en apagarlo, pisándolo, para lo cual tuvo que alzarse las faldas hasta muy cerca de la rodilla.
He dado principio a un trabajo que acaso durará lo que mi vida. Consiste en una alfombra tapizada para el gabinete que Alfonso tiene en Saint-Point.
Palabra del Dia
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