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Actualizado: 15 de junio de 2025
Doña Clorinda dejó caer otra inmediatamente, con acompañamiento de una puñalada de sus ojos, y se alejó, altiva y desdeñosa, mientras Valeria miraba al techo con desesperación. Volvió á huir Miguel. Le daba miedo la cara de Alicia, la agresividad nerviosa de su voz, que no había oído, pero que se dejaba adivinar en el estremecimiento de sus labios.
8 No conocieron camino de paz; ni hay derecho en sus caminos; sus veredas torcieron a sabiendas, cualquiera que por ellas fuere, no conocerá paz. 9 Por esto se alejó de nosotros el juicio, y justicia nunca nos alcanzó, esperamos luz, y he aquí tinieblas, resplandores y andamos en oscuridad.
Entonces, poco a poco, Juan se replegó sobre sí mismo y se alejó de la casa, para huir de estos contactos dolorosos.
Juan Claudio, convencido de que no podía hacerle entrar en razón, se alejó apresuradamente; pero el loco, poseído de violenta cólera, descargó sobre sus espaldas estas extrañas palabras: ¡Huldrix! ¡Desdichado de ti! Tu última hora se acerca; tu cuerpo servirá de pasto a los lobos.
Fue su quejido como un estertor de la virtud que expiraba en aquel espíritu solitario hasta entonces.... Y se alejó de Álvaro, llamó a Visita... la abrazó nerviosa y dijo, pudiendo al fin hablar: ¿A qué jugáis, locos...?
El odio, la repugnancia, la indignación por la dicha ajena, hicieron detenerse al príncipe. ¿Para qué seguirlos?... Podían volver la cabeza y verle. Se avergonzó al pensar en un encuentro. ¡Miserables!... Debía existir alguien en lo alto que castigase estas cosas. Y se alejó de ellos, caminando hacia el otro extremo del paseo para bajar al puerto de La Condamine.
Rosa se contentó con sonreír, toda ruborizada aún. Vaya, no les quiero interrumpir... Sigan, sigan adelante... Hasta otro ratico. Y D. Jaime se alejó en dirección al pueblo, mientras su sobrina y Andrés siguieron hacia casa. Después de este encuentro, cesó por completo la alegría de aquélla: quedó pensativa, inquieta. Fueron vanos todos los esfuerzos de Andrés por hacerla reír.
¿Y dinero para todo eso? Ya se te dará. ¿Y para cuándo ha de estar todo preparado? Para las doce de la noche. Estará. Pues adiós, que me importa no perder tiempo. Quede vuesa merced con Dios. Juara se alejó, y Quevedo se metió en el alcázar y se encaminó en derechura á la habitación de doña Clara Soldevilla. Doña Clara se ocupaba en arreglar su equipaje, cuando entró en su cuarto Quevedo.
Levantó la cabeza orgullosamente, dirigió á Tragomer un ademán de despedida y se alejó.
En efecto, un robusto monje entraba en el recinto, con los ojos bajos, las manos cruzadas sobre el pecho. Ave Maria purissima, mater Dei murmuró aproximándose y haciendo un gesto al carmelita, que se alejó.
Palabra del Dia
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