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Actualizado: 15 de junio de 2025
Y se alejó como un jabalí perseguido por la jauría entre silbidos y carcajadas, volviendo de vez en cuando la cabeza para escupirles el mismo esdrújulo injurioso. Las señoritas de Meré. En efecto, Emilita Mateo había logrado hacerse amar de un capitán del batallón de Pontevedra.
Señor conde dijo luego Amaury, me parece haberle oído decir que tenía que hablar con Felipe. Yo me marcho para poner en práctica la idea que he concebido. Dicho esto saludó y se retiró con lentitud, como si en su ánimo influyese la gravedad del paso que iba a dar. Habló un instante con Alberto, a quien tuvo presente su agradecimiento, montó a caballo y se alejó al galope.
Y Juan Montiño tiró hacia las escaleras, y siguiendo al lego portero recorrió el claustro alto hasta el fondo de una obscura crujía, donde el lego abrió una puerta. Nuestro padre dijo el lego , aquí está el hidalgo que viene de palacio. Adelante dijo desde dentro una voz dulce, pero firme y sonora. Montiño entró. El lego se alejó después de haber cerrado cuidadosamente la puerta.
Y se alejó en dirección a las Loges, mientras que Pierrepont volvía al castillo.
Adiós, don Francisco; estaba irritada contra vos y dolorida en el alma, y me separo contenta de vos y consolada. Adiós. Dorotea se separó de Quevedo y se alejó á buen paso. Llovía, y más de un transeunte se detuvo á mirar con asombro á aquella dama que parecía tan principal, y que en tal día andaba sin litera, pisando lodos.
¿Y por qué no ha hablado usted, que es hijo de francés? dijo el otro. Yo soy ciudadano argentino contestó Julio. Y se alejó del joyero, mientras éste, pensando que «podía haber hablado», daba explicaciones á los que le rodeaban. Era muy peligroso mezclarse en asuntos diplomáticos.
Tuvo fuerzas para decir: Gracias, muchacho: voy á dar un corto paseo mientras el señor conde se levanta. Así que se alejó algún trecho, retoñaron con más fuerza sus ansias.
Todo se ha acabado; desataré los rayos de mi ira, y no habrá para ti ni para los tuyos ni gracia, ni piedad, ni merced. Tú lo has querido. Y cruzándose el hombro izquierdo con un trozo de sus andrajos, el desgraciado se alejó rápidamente hacia la cumbre del Donon.
Creyó que la muchacha le miraba, que le reconocía por entre el follaje, a pesar de la distancia, y sintiendo un repentino miedo de chiquillo que se ve sorprendido en plena travesura, volvió la espalda y se alejó rápidamente hacia la ciudad, experimentando después cierta satisfacción, como si hubiera adelantado algo en el conocimiento de Leonora, sólo con llegar a las inmediaciones de la casa azul.
Sus voces eran gemidos; pero no lloraron, no se atrevieron a besarse, a estrecharse las manos en presencia del mediquillo burlón y de aquellos enfermos que les miraban fijamente. Ella se alejó por un corredor obscuro, precedida por el médico. Su paso vacilaba... pero no quiso volver el rostro atrás, como si temiese perder toda su firmeza.
Palabra del Dia
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