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Apenas le vio caído Sancho, cuando se deslizó del alcornoque y a toda priesa vino donde su señor estaba, el cual, apeándose de Rocinante, fue sobre el de los Espejos, y, quitándole las lazadas del yelmo para ver si era muerto y para que le diese el aire si acaso estaba vivo; y vio... ¿Quién podrá decir lo que vio, sin causar admiración, maravilla y espanto a los que lo oyeren?

Sin querer acercarse a la ciudad, y apartándose de los senderos, descubrió por fin, en el flanco de la montaña, una gruta escondida entre malezas y arbustos. Había en su interior una mesa hecha de ramas de alcornoque sin descorchar, un tintero de raíz de naranjo, un taburete, un azadón y varios cacharros hundidos en el lodo.

Señor gobernador de mi ánima, este mal hombre me ha cogido en la mitad dese campo, y se ha aprovechado de mi cuerpo como si fuera trapo mal lavado, y, ¡desdichada de !, me ha llevado lo que yo tenía guardado más de veinte y tres años ha, defendiéndolo de moros y cristianos, de naturales y estranjeros; y yo, siempre dura como un alcornoque, conservándome entera como la salamanquesa en el fuego, o como la lana entre las zarzas, para que este buen hombre llegase ahora con sus manos limpias a manosearme.

No hablo del pie, borrico; el pie ya yo lo que vale; hablo de las botas.... Te pregunto si sabes quién tiene otras iguales. ¿Yo?, cómo he de saber.... Pues no hay más que estas y otras vendidas; me lo ha dicho Fuejos, el mismísimo zapatero, tu amigo Fuejos. No ha vendido más que estas y las de la tiple. Y por eso te preguntaba yo... alcornoque. Tienes una memoria como un madero.

13 Y él dijo a sus hijos: Ensilladme el asno. Y ellos le ensillaron el asno, y subió en él. 14 Y yendo tras el varón de Dios, le halló que estaba sentado debajo de un alcornoque; y le dijo: ¿Eres el varón de Dios que viniste de Judá? 16 Mas él respondió: No podré volver contigo, ni iré contigo; ni tampoco comeré pan ni beberé agua contigo en este lugar;

Caballero miliciano, yo soy el hombre de ciencia y usted es un doceañista en conserva.... Chomel admite, y con él todo el que tenga dos dedos de frente, que en las enfermedades de los borrachos es imprescindible la administración de los espirituosos.... ¡Pero si yo niego la menor, so alcornoque! En medicina no hay mayores ni menores, ni judías ni contrajudías, señor tahúr.

Lo cual será al revés en vuestra merced, o a me andarán mal los pies, si es que llevo espuelas para avivar a Rocinante; y póngame yo una por una en el Toboso, y delante de mi señora Dulcinea, que yo le diré tales cosas de las necedades y locuras, que todo es uno, que vuestra merced ha hecho y queda haciendo, que la venga a poner más blanda que un guante, aunque la halle más dura que un alcornoque; con cuya respuesta dulce y melificada volveré por los aires, como brujo, y sacaré a vuestra merced deste purgatorio, que parece infierno y no lo es, pues hay esperanza de salir dél, la cual, como tengo dicho, no la tienen de salir los que están en el infierno, ni creo que vuestra merced dirá otra cosa.

Pero lo que a más me fatigaba era el ver ir a pie a Zoraida por aquellas asperezas, que, puesto que alguna vez la puse sobre mis hombros, más le cansaba a ella mi cansancio que la reposaba su reposo; y así, nunca más quiso que yo aquel trabajo tomase; y, con mucha paciencia y muestras de alegría, llevándola yo siempre de la mano, poco menos de un cuarto de legua debíamos de haber andado, cuando llegó a nuestros oídos el son de una pequeña esquila, señal clara que por allí cerca había ganado; y, mirando todos con atención si alguno se parecía, vimos al pie de un alcornoque un pastor mozo, que con grande reposo y descuido estaba labrando un palo con un cuchillo.

Serás mi comensal, mi amigo inseparable, mi otro yo. ¿Quieres vivir, Romagné, para ser un segundo yo? No, no; ya que he comenzado a morir, lo mejor es acabar cuanto antes. ¡Ah, pedazo de alcornoque! ¡Voy a contarte, animal, el destino que te aguarda!

8 Y derramándose allí el ejército por la faz de toda la tierra, fueron más los que consumió el bosque de los del pueblo, que los que consumió el cuchillo aquel día. 10 Y viéndolo uno, avisó a Joab, diciendo: He aquí que he visto a Absalón colgado de un alcornoque. Y tomando tres dardos en su mano, los hincó en el corazón de Absalón, que aun estaba vivo en medio del alcornoque.