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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Gracias a Dios, yo estoy buena y sana para lo que usted guste mandar.» Los labios del joven se plegaron con sonrisa imperceptible y siguió examinando el pintoresco manto de un caballero de la Orden de Alcántara que le había dado golpe, al parecer. No obstante, de vez en cuando volvía los ojos con zozobra hacia la puerta del gabinete. Trataba inútilmente de reprimir la impaciencia.
Ni esa niña puede tampoco estar al lado de un chico tan guapo y tan risueño como tú sin ponerse enferma también dijo Rafael Alcántara. ¿Me quieres seducir, Rafael? Sí, chico, para que me dejes mañana la llave de tu cuarto y no parezcas en toda la tarde por allá. Lo necesito. Es que tengo una colcha preciosa de raso. Se cuidará de la colcha.
En el mes de Julio de 1492 salieron de España por Benavente para Braganza de Portugal, tres mil i mas personas: por Zamora para Miranda de Portugal, treinta mil: por Ciudad-Rodrigo para el Villar de Portugal, treinta i cinco mil: por Alcántara para Marban de Portugal, quince mil: por Badajoz para Yelves de Portugal, diez mil: de forma que de Castilla sola salieron para Portugal, noventa mil judíos.
Sí, un joven muy bueno, amigo de papá, que se llama Rafael Alcántara. Al volver la vista, cada vez más sorprendida, a Pinedo, éste le hizo una seña bastante expresiva. No sabiendo lo que aquello significaba, pero calculando que su amigo tenía interés en que no se calificase a Alcántara como merecía, Clementina se calló. El joven salvaje, al cruzar, les hizo un saludo entre familiar y respetuoso.
No se sostenía ya que eso de saber leer y escribir era propio de segundones y de frailes, y empezaba a causar risa la fórmula empleada por los Reyes Católicos en el pergamino con que agraciaban a los nobles a quienes hacían la merced de nombrar ayudas de Cámara, título tanto o más codiciado que el hábito de las órdenes de Santiago, Montesa, Alcántara y Calatrava.
Cuando pasaba a su lado un chico honrado y trabajador, le ponía de loco y de perdido que no había por dónde cogerlo; si, por el contrario, pasaba uno que mereciese en realidad tales dictados, como Alcántara, se hacía lenguas de él. Pepa, Clementina y Arbós suspendieron el juego para escuchar sonrientes aquel singular relato. ¿Y produce efecto el procedimiento? preguntó el ministro.
Ibamosle delante los tres dedicados a su asistencia con el Santo Cristo en las manos y como en su autorizada guarda la noble piedad del Muy Ilustre Señor Don Francisco Truyols, Gobernador que fue de la isla de Ibiza y Maese de Campo de un Tercio de Españoles y hoy General de la Artillería y Don Berenguer de Homs, reciente Jurado en Familiar, del hábito de Alcántara, que a sus veces exhortaban también al penitente al oído.
Desde el negocio de Teresa estás deshonrado dijo Alcántara. Siempre va la desgracia con la hermosura apuntó con tonillo irónico Ramoncito. ¿También tú, Ramón? exclamó con afectado asombro Cobo . Vamos, llegó el momento de que los pájaros tiren a las escopetas. Pues, señores, confieso mi debilidad. No puedo estar al lado de esa chica sin ponerme malo dijo León Guzmán.
12 La más heróica fineza y fortuna de Isabela, de Don Juan de Matos, D. Diego y D. José de Figueroa y Córdova, caballeros del hábito de Cristo, Alcántara y Calatrava. 1 El lazo, banda y retrato, de D. Gil Enríquez. 2 Rendirse á la obligación, de D. José y D. Diego de Figueroa. 3 El Santo Cristo de Calabria, de D. Agustín Moreto.
En este elevadísimo estado de alma se hallaba nuestro amigo Pepe Castro ahumando una que figuraba la pata de un caballo, cuando le sacó de su éxtasis la voz de Rafael Alcántara que desde lejos le gritó: ¿Conque es verdad que has vendido la jaca, Pepe? Hace ya unos días. ¿La inglesa? ¿La inglesa? exclamó levantando los ojos hacia su amigo con asombro y reconvención . No, hombre, no; la cruzada.
Palabra del Dia
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