United States or Zambia ? Vote for the TOP Country of the Week !


La lectura de los primeros renglones le alarmó: luego se puso pálido, comenzaron a temblarle las manos, nubláronsele los ojos, como si a despecho de la entereza varonil quisieran brotar las lágrimas, y por último, dejándose caer sobre una butaca, alargó el papel a su amigo, mientras decía entre sollozos: Entérate. ¡Pobre Felisa mía! Pepe leyó en voz alta.

Y viendo que misia Casilda no daba muestras de aflojar los monises, el portugués se alarmó. ¿El señor Vargas no había dejado nada para él? porque estaban a 24 de junio, término de la prórroga; si el pagaré no lo saldaba el señor Vargas, en cumplimiento de su compromiso, se vería él en la dura necesidad de presentárselo al fiador, a Esteven.

El español la miró como espantado de su inconsciencia. Ya no se acordaba de Fontenoy. Parecía haber olvidado igualmente que aún estaba en París, y de un momento á otro la policía podía entrar en la casa para llevarse á su marido. Le alarmó también la enorme distancia entre la existencia real de los que colonizan las soledades de América y las ilusiones novelescas que se forjaba esta mujer.

Esa santidad y esa cristiandad y esa pastelera razón son la horchata que tienes en las venas... Izquierdo, que oía desde la puerta, se alarmó, creyendo oportuno evitar aquel coloquio que tan mal giro tomaba: «Ea dijo entrando , bastante hemos hablado. Y usted, señor de Maxi, haga el favor de tomar soleta...». Le cogía por un brazo, sin que él hiciese resistencia.

Es verdad dijo Jaime, realmente avergonzado de su olvido. El Capellanet, que saboreaba orgulloso el éxito de estos consejos, tuvo un sobresalto al mirar por el hueco de la puerta. ¡El pare!... Pep subía la cuesta lentamente, con los brazos atrás y el aspecto meditabundo. El muchacho se alarmó al verle. Indudablemente, venía malhumorado por las recientes noticias: no le convenía encontrarse con él.

Paz se alarmó y Salomé se tapó los oídos, como si oyera el aullido, de un chacal. Defendieron entre las dos á doña Rosalía de la agresión inesperada del animal; fuese la sastra, y las dos arpías se miraron cara á cara, comunicándose mutuamente su respectiva bilis.

Pues mire, añadió Simoun en voz baja: necesito que usted me haga entrar algunas cajas de fusiles que han llegado esta noche... quiero que los guarde en sus almacenes; en mi casa no caben todos. Quiroga se alarmó.

El torero también se alarmó escuchando estos elogios de ruda admiración. ¡Maldita sea! ¡En su cortijo... y en su misma cara! Si continuaba así, iba a subir en busca de la escopeta, y por más Plumitas que fuese el otro, ya se vería quién se la llevaba. El bandido pareció comprender de pronto la molestia que causaban sus palabras, y adoptó una actitud respetuosa. Usté perdone, señora marquesa.

Separada, por su timidez, de las compatriotas elegantes que venían en el buque, habíase unido con un afecto familiar a su compañera de camarote, «esta buena señorita», «esta pobre niña», que marchaba a un país desconocido sin más apoyo que vagas recomendaciones. Isidro, que conocía a Conchita de Madrid, se alarmó un tanto al verla en continuo trato con la inocente señora.

Al oír la palabra conciencia, el rey, que tenía algo de lo asustadizo de su padre, aunque no su firmeza ni su sombrío recelo, se alarmó. ¡ conciencia, dices! , porque siendo vos mi rey y mi esposo, os he callado lo que no debía haberos callado. ¿Tendremos alguna otra conspiración? dijo todo asustado el rey.