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Actualizado: 27 de octubre de 2025
Yo que vi al corchete que, alargando la mano, tomó el salero y dijo: "Caliente está este caldo"; y que el porquero se llenó el puño de sal, diciendo: "Bueno es el avisillo para beber", y se lo echó todo en la boca, comencé a reírme por una parte y rabiar por otra. Trajeron caldo, y el de las ánimas tomó con entrambas manos una escudilla, diciendo: "Dios bendijo la limpieza."
Lirio va a interrumpir. Lario le contiene alargando la mano. Aguarda. Concluyo en seguida. ¿Qué es una ciudad, y dentro de una ciudad, una calle? Una finalidad concreta; un lugar donde vivir de asiento, con agrado y comodidad.
Este comenzó a atacar vigorosamente tirando golpes sencillos al brazo, a la cabeza y al hombro: su contrario, en vez de pararlos, la mayoría de las veces rompía alargando la punta: de esta suerte, a los tres minutos la lucha se convirtió en un asalto desordenado de florete.
No sé dónde habrá aprendido tales mañas. Es una risa... Una tarde que les llevé a que les viera Su Majestad... ¡bochorno mayor no he pasado en mí vida! No había medio de hacerles hablar una palabra: de repente, este bribón se planta, mira a la Reina con la mayor desvergüenza del mundo, y alargando su manocita... «dame cuartos». Su Majestad rompió a reír. Bien, señorito precoz, toma cuartos.
¡Una santa!, ¡una santa! repitió Ido, con la barba pegada al pecho y echando al Delfín una mirada que en otra cara habría sido feroz . Muy bien, señor mío. ¿Y usted en qué se funda para asegurarlo sin pruebas? La voz pública lo dice. Pues la voz pública se engaña gritó Ido alargando el cuello y accionando con energía . La voz pública no sabe lo que se pesca.
Pero perdónenme, amigos míos, perdónenme dijo la Condesa con voz débil. Estos acontecimientos de mi infancia me han entretenido más de lo que deseaba... y no tengo fuerzas para continuar... Su hermana, que ya había estado a punto de interrumpirla, le impuso silencio, y alargando su mano a Fernando, le dijo, despidiéndole: Hasta mañana.
Su bellísima frente ceñuda indicaba esta idea: «¿Pero a dónde me llevan estas tías?». Empezó a rascarse la cabeza, y dijo con sentimiento: «Pae Pepe...». ¿Qué te importa a ti tu papá Pepe? ¿Quieres un rabel? Di lo que quieres. Quelo citunas replicó alargando la jeta . No, citunas no; un pez.
Con que déjese usted de rasgos si no quiere que la silbe, porque esas simplezas no se ven ya más que en las comedias malas. Nada, yo me he propuesto sacarla a usted del terreno de la tontería y ponerla sólidamente sobre el terreno práctico. Lo que es el dinero no lo tomo declaró la enferma del corazón, alargando los labios como los niños mimosos.
La niña repetía el mismo ademán de repugnancia y de miedo, sin atreverse a tocarlos; mientras Ramiro, alargando sus dedos, se los quitaba, uno a uno, entre sonriente y avergonzado. Enredadas en un rizo, dos de aquellas palomitas aleteaban sin cesar. El mancebo, al ir a cogerlas, retuvo a Beatriz pasándola el brazo por detrás de la espalda.
Emma arrojó el buche de Jerez al suelo, y alargando más el pie hacia su esposo y enseñando parte de la pantorrilla, gritó como si hablara a un sordo: Quiero decir, por los clavos de una puerta, entiéndelo, que bien claro está... quiero decir que... qué te parece de ese pie que te enseño, mastuerzo. Primoroso, hija mía.
Palabra del Dia
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