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Por eso cuando salió el coche, avanzó ella a escape sin temor de ser atropellada por los caballos, llegó hasta la portezuela, y con la presteza del asesino que alarga el puñal, alargó un papel arrollado en forma de canuto. El papel cayó en el coche, y las dos personas que iban en este se inclinaron al mismo tiempo para cogerlo. ¡Oh dicha!

Y ese señor ¿que tiene aire feroz y mira á todo el mundo por encima de sus hombros? pregunta el novato señalando á un hombre que mueve la cabeza con altanería. Pero Tadeo no responde, alarga el cuello para ver á la Paulita Gomez que venía en compañía de una amiga, de doña Victorina y de Juanito Pelaez. Este les había regalado un palco y estaba más jorobado que nunca.

Colgaban hasta tocar su cama; agitábalos al dormir con su ronquido, y sentía gran disgusto cuando al despertar se encontraba con una telaraña caída junto a su boca. Esto es lo que alarga la vida; esto no se paga con dinero. Si tu abuela quiere que ande el palo, que me toque una tan sólo. Cuando Maltrana volvió a la plazoleta cerró los ojos, deslumbrado por el sol.

Se pone su capa y se da unos pocos polvos en la nariz y en las mejillas, en tanto que el querido maestro restablece la buena disposición de su peinado. Breve silencio. Jessy se toca nuevamente con su sombrero; luego, algo turbada, registra en su bolso y saca dos billetes de cien francos, que alarga a su profesor. JESSY. ¡Caramba...! ¡Es el precio del abono... para la lección...!

Hemos estao de groma hasta la una de la mañana yo y los muchachos del barrio. ¡La gran tajá! Antes de pedir algo a la tabernera, que reía sólo con verle, quiso conocer lo que Maltrana había bebido, e hizo un gesto de repugnancia al oír que era una copa de aguardiente de limón. ¡Aguardiente!... Eso pa los borrachos. Vino: morapio del puro, que alarga la vida; y cuanti más, mejor.

La Esparta acude, ve que todo arde, que todo se sacrifica allí, alarga una mano atrevida, valerosa, pujante, y aparta sólo la política de aquel gran holocausto. Materia, forma, patria, aquí los tres símbolos de esas tres edades, de esas tres civilizaciones, de esos tres grandes y célebres reinados históricos.

Seréis de mis heridas dulce píctima, Sólo en oyendo vuestra dulce plática; Seréis, señora, mi mujer legítima, Que así en la orilla fresca y aromática De aquella fuente fué nuestro propósito, Y amor de nuestras almas el depósito. Pena traigo, señora; mas repórtola Con ver que llego a puerto salutífero. Mi esperanza se alarga, pero acórtola Con la grandeza de Narváez belífero.

2 Ensancha el sitio de tu cabaña, y las cortinas de tus tiendas sean extendidas, no seas escasa; alarga tus cuerdas, y fortifica tus estacas. 3 Porque a la mano derecha y a la mano izquierda has de crecer; y tu simiente heredará gentiles, y habitarán las ciudades asoladas.

Mi bata, que para ser un completo caballero solo le falta haber nacido en una cuna más alta, me alarga una carta, cuyo contenido me anuncia una espera en la visita de un amigo. Del recibo de la carta al taconeo de mi amigo medió una hora larga, hora que no puedo datar en mi diario de trabajo, pues la despilfarré con la prodigalidad propia de un millonario, ó de un escéptico de veinte años.