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Actualizado: 13 de junio de 2025
Si nos atenemos á las exageradas alabanzas de sus contemporáneos , hubo de ser Miguel Sánchez poeta mucho más importante. Era vallisoletano, y secretario del obispo de Cuenca. Según se deduce de las palabras de Lope en su Nuevo arte de hacer comedias, no vivía ya en el año de 1609. Llamábanle el divino sus admiradores.
Sin negar el mérito de Gravina, yo creo hiperbólicas las alabanzas de que fue objeto después del combate y en los días de su muerte . Todo indicaba que Gravina era un cumplido caballero y un valiente marino; pero quizás por demasiado cortesano carecía de aquella resolución que da el constante hábito de la guerra, y también de la superioridad que en carreras tan difíciles como la de la Marina se alcanza sólo en el cultivo asiduo de las ciencias que la constituyen.
Una vez al aire libre, los oyentes expresaron su admiración de diversas maneras: la calle y la plaza del mercado resonaron de extremo á extremo con las alabanzas prodigadas al ministro, y los circunstantes no hallaban reposo hasta haber referido cada cual á su vecino lo que pensaba recordar ó saber mejor que él.
De mí, yo sé decir que, emocionado por las alabanzas de mis profesores y las muestras de cariño de mis padres, había hecho ya nada menos que un propósito firme de morir envuelto en virginal vestidura, lo mismo que San Anselmo; pero no contaba con el diablo, con el mes de abril, y con mis diez y ocho años, que habían de dar al traste con mi buena intención.
Paulita sintió despecho y celos; ¿se enamoraría Isagani de aquellas provocadoras actrices? Este pensamiento la puso de mal humor y apenas oyó las alabanzas que doña Victorina prodigaba á su favorito.
Yo les dixe, que la culpa era mia y no de Vm. pero que el remedio deste daño estaba en que procurasen ellos ser famosos por sus obras, que ellas por sí mismas les darian fama y claro renombre, sin andar mendigando agenas alabanzas. De mano en mano, si se ofreciere ocasion de mensagero, ire enviando mas privilegios, y avisando de lo que en este monte pasare.
En esto, vino el señor Tiniente, a quien contaron maravillas de la Gitanilla; él las hizo bailar un poco, y confirmó por verdaderas y bien dadas las alabanzas que a Preciosa habían dado; y poniendo la mano en la faldriquera, hizo señal de querer darle algo; y habiéndola espulgado, y sacudido, y rascado muchas veces, al cabo sacó la mano vacía, y dijo: ¡Por Dios que no tengo blanca!
Si este martirio de los pobres jamelgos pudiera evitarse, acaso no habría que decir mucho contra las corridas de toros. Y si adoptásemos el toreo portugués, nada habría que decir sino grandes alabanzas, por ser un ejercicio ecuestre en que el caballero y el caballo igualmente se lucen. «EL EXTRA
Ves aquí, Sancho, los medios por donde se alcanzan los estremos de alabanzas que consigo trae la buena fama. -Todo lo que vuestra merced hasta aquí me ha dicho -dijo Sancho- lo he entendido muy bien, pero, con todo eso, querría que vuestra merced me sorbiese una duda que agora en este punto me ha venido a la memoria.
A entrambos se los cumplió Costanza, saliendo de la sala de su amo, tan hermosa, que a los dos les pareció que todas cuantas alabanzas le había dado di mozo de mulas eran cortas y de ningún encarecimiento. Su vestido era una saya y corpiños de paño verde, con unos ribetes del mismo paño.
Palabra del Dia
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